jueves, 22 de agosto de 2019

Mitos sobre la Salud y la naturaleza. ¡No a los desmontes y los desmalezamientos!


Mitos sobre la salud y la naturaleza.

Por Alejandro Benatar.


Llegan las elecciones y los gobiernos municipales, poco versados en temas de salud y medioambiente tienen que hacerles creer a la población de que están haciendo algo para favorecerla. Es así que realizan acciones ridículas y que nada tienen que ver con el fin que supuestamente persiguen. Y es por eso que vamos a refutar algunos mitos en materia de salud, que es un tema que domino, por ser profesional de la salud, y por haber realizado mi doctorado y pos-doctorado en temas relacionados con una enfermedad endémica de nuestro país como es la Enfermedad de Chagas-Mazza. Así que considero una buena oportunidad para responder con ciencia (y generar conciencia) a algunas políticas frecuentemente mal aplicadas, y que nos afectan a tod@s. Cabe destacar que cuando científic@s y profesionales acercamos estas inquietudes a los gobiernos municipales, no somos escuchados, porque para los políticos, "¿la gente qué sabe sobre estos temas?"

Vamos dividir la publicación en dos aspectos:
- Los beneficios de los espacios silvestres sobre la salud y sobre el bienestar de la población: servicios ecosistémicos. 


- Los perjuicios que traen las acciones de los municipios (y estados provinciales y nacionales) que destruyen áreas silvestres, y vamos a refutar los supuestos beneficios que les dan origen. En este caso aplicado al dengue, pero en el futuro (en otros artículos) lo aplicaremos a otras problemáticas relacionadas con la salud.

Figura 1. Foto de humedal costero del Canal Güemes o aliviador Lavalle (Vicente López), destruído por la municipalidad de Vicente López en el año 2018. (Foto: Mariela Lanabere).

"El desmalezamiento": esa espantosa costumbre de eliminar la vegetación. Pérdida de servicios ecosistémicos.


Es común ver a las cuadrillas municipales haciendo tareas de "desmalezamiento" sobre los bordes de los ríos y arroyos. Esta acción se basa en el mito de que la vegetación sirve como reservorio de plagas que afectan a nuestra salud, pero sin embargo, la realidad es totalmente opuesta, y en muchos casos es la acción de "desmalezamiento" la que genera efectos nocivos. Pero para explicarlo, vamos a aplicar una mirada más integradora sobre el entorno natural urbano. Y para este fin es necesario, definir el concepto de servicios ecosistémicos, como los beneficios que los ecosistemas brindan a la población. 
Pueden clasificarse en servicios de abastecimiento (alimento, agua, madera, etc.), de regulación (control de inundaciones, depuración de aguas, etc.) y servicios culturales (estéticos, espirituales, educativos, para la investigación y recreativos) junto con servicios de soporte, necesarios para la producción de los demás servicios (formación de suelo, fotosíntesis, reciclado de nutrientes) (Potschin y Haines-Young, 2016).

Figura 2. Servicios ecosistémicos. Tomado de
http://parquesnacionalesdelparaguay.blogspot.com/2017/11/servicios-ecosistemicos-haciendo.html a partir de una figura de UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).

Veamos algunos ejemplos de servicios ecosistémicos aportados por áreas silvestres y/o reservas urbanas.

1. Papel de la flora acuática en el saneamiento de las aguas.

2. Purificación del aire densamente contaminado y liberación de oxígeno.

3. Reducción de ruidos.

4. Conservación de flora y fauna autóctona.

5. Mitigación de inundaciones por el mejor escurrimiento de las aguas pluviales (humedales).

6. Regulación de temperaturas y atenuación del efecto “isla de calor urbana”.

7. Evitan la erosión de las costas.

8. Control biológico de plagas.

Lamentablemente parece que l@s encargad@s de las políticas públicas desconocen el concepto de servicios ecosistémicos, y tratan en todo momento de reducir la superficie de espacios verdes públicos a lo mínimo posible, demostrando su absoluta falta de idoneidad. 


En la siguiente secuencia de fotos, vamos a analizar tres ejemplos de cómo diferentes municipios actúan para degradar el ambiente. La figura 3 es en los terrenos del aeroclub de Laferrere, en el que l@s vecin@s están peleando para que se declare reserva. Puede observarse el desmalezamiento, y la erosión del terreno por las lluvias. Si la costa tuviera la vegetación propia de un arroyo bonaerense, las raíces fijarían el suelo, evitando los desmoronamientos. Pero además también podrían absorber parte de los contaminantes vertidos ilegalmente en dicho arroyo. Es decir, que la gestión de Verónica Magario gasta combustible y recursos en degradar este ambiente, aunque no son l@s únic@s. En la Figura 4, pueden verse las costas del Riachuelo, del lado de Lanús en las que se cometen los mismos errores de desmalezamiento de las costas, para poder sentir a viva piel la contaminación. Sin embargo, por presión de vecin@s en CABA y Lanús se están empezando a organizar plantaciones de especies autóctonas y así iniciar el proceso de restauración de los márgenes de uno de los ríos más contaminados del mundo (eso sí, de clausurar a las industrias contaminantes ni hablar).


Figura 3. Arroyo en Laferrere, Partido de la Matanza.


Figura 4. Márgenes del riachuelo, partido de Lanús. Foto tomada en 2.018 durante una plantación de especies autóctonas del lado de CABA organizada por la agencia de protección ambiental (APRA).

Figura 5. Costa de Vicente López, Área Natural Yrigoyen, donde se ven los escombros arrojados por la municipalidad, y los camalotes aportados por la naturaleza.
La figura 5, representa uno de las principales degradaciones ambientales cometidas por los municipios ribereños que es el relleno con escombros. La foto pertenece al Área Natural Yrigoyen, en Vicente López, espacio en el que l@s vecin@s presentamos varios proyectos para su reconocimiento como reserva. Justamente este municipio, bajo la gestión de Jorge Macri, es uno de los menos idóneos en materia ambiental como lo demuestran no sólo las descargas de áridos, sino otras acciones como la destrucción de humedales naturales para plantar una especie exótica como el Vetiver, la falta de espacios verdes públicos, o el proyecto de eliminar parte de la Reserva ecológica municipal para construir un camino de cemento (u otros análogos artificiales que cumplen la misma función). Además tiene enormes falencias en cuanto al acceso a la información pública que por ley l@s ciudadan@s tenemos garantizado (al día de la publicación, 22/08/19, estoy esperando que me contesten un pedido de acceso a la información presentado en el año 2017, y vuelto a presentar en abril del corriente año, bajo el número 002631/2019... ¿tendrán algo que ocultar?).
La foto ribereña fue tomada durante junio de 2.019 en una jornada de limpieza de la costa organizada por vecin@s, y puede verse cómo la naturaleza compensa parcialmente la espantosa gestión municipal aportando materia orgánica. El tema desmanejos costeros, ya fue tratado en detalle en el artículo "El Delta y sus desmanejos. Protejamos a los juncales", en este mismo blog. En el artículo de hoy, en cambio, vamos a centrarnos en desmitificar las causas que dan origen a estos desmanejos.

Efectos positivos de los espacios verdes sobre la salud.


Desde el punto de vista de la salud, es un hecho conocido (y a veces olvidado adrede), que el contacto con espacios verdes tiene efectos altamente beneficiosos para mejorar las condiciones de salud de la población. La organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que una ciudad debe tener como mínimo 10 metros cuadrados de espacios verdes públicos por habitante para ser considerado un ambiente saludable. Esta superficie está reconocida también en la legislación de la Provincia de Buenos Aires, lo que la hace de cumplimiento obligatorio. Precisamente el artículo N° 13 de la ley No 8.912 año 1977 de la Provincia de Buenos Aires, dice sobre los usos de suelo:



"Todos los habitantes de cada ciudad de la Provincia de Buenos Aires tienen derecho a disponer como mínimo de diez metros cuadrados de espacios verdes públicos por habitante potencial, seis de ellos, en la propia ciudad, y cuatro de ellos en parques regionales dentro de un radio de sesenta kilómetros."

El crecimiento desmedido experimentado por las ciudades dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires, no tuvo en cuenta la preservación de dichos espacios, y los municipios incumplen esta normativa con frecuencia cuando aprueban negociados inmobiliarios que reducen la superficie de espacios verdes públicos. A modo de ejemplo, en Vicente López para el año 2.010, según datos del censo 2.010 del INDEC, había alrededor de 271.000 habitantes, por lo que deberíamos tener como mínimo 271 hectáreas (2,71 millones de metros cuadrados) de espacios verdes públicos, 163 hectáreas dentro del partido, y 108 en un radio de 60 km, pero debemos hacer dos salvedades. La primera es que la ley establece que esta superficie debe ser por habitante potencial, es decir que si se espera un crecimiento poblacional, este debe ser tenido en cuenta (y parece que se espera porque están construyendo mega-torres por todos lados); y la segunda es que en ese radio de 60 km, tenemos varios municipios y ciudades densamente poblados, entre ellos Tigre, San Fernando, San Isidro, CABA, San Martín, Avellaneda, Lanús, etc, y por lo tanto para el cálculo de los parques dentro de este radio, debemos tomar en consideración la población de dichos municipios que compartiría estos espacios, y por tal motivo, la cantidad de espacios verdes públicos totales para llegar a ser una ciudad saludable debería ser mucho mayor. En el Partido Vicente López hoy estamos sumamente lejos de ese umbral, ya que,según un relevamiento realizado por la Asamblea Unidos por el Río y el Foro por la Salud y el Ambiente de Vicente López, apenas alcanzamos 0,81 metros cuadrados por habitante, siendo de las cantidades más bajas del conurbano, y estando muy por debajo de otras ciudades densamente pobladas de Argentina como Rosario, que ronda los 10 metros cuadrados (https://unidosporelrio-vl.blogspot.com/2015/10/vecinos-de-vicente-lopez-presentaron.html). Y encima se siguen cementando los espacios verdes existentes, y construyendo torres de lujo en otros espacios. Similares realidades viven otros municipios en cuanto a la carencia de espacios verdes públicos.

Existen múltiples efectos positivos de los espacios verdes sobre la salud. Algunos derivan de los propios servicios ecosistémicos (enumerados más arriba). Por ejemplo, el hecho de tener un agua más pura por el efecto biorremediador de la vegetación costera, o el tener menores niveles de contaminación del aire debidas a la vegetación van a generar efectos directos sobre la población. Sin embargo, existen otros efectos que derivan del contacto de las personas con ambientes naturales (Richard y Zapata, 2013). Desde el punto de vista de la salud pública, en el año 1974, Marc Lalonde, ministro de salud de Canadá, reconocía al medioambiente como uno de los determinantes de la salud. Posteriormente, otros autores como Dahlgren y Whitehead, establecieron modelos para explicar los mecanismos por los cuales dichos determinantes afectan la salud de la población (Barragán y col. 2007).
En el año 1984 Ulrich, publicó un muy interesante trabajo, en el que analizaba el papel de la naturaleza en los post-operatorios de pacientes luego de una colecistectomía (extracción de vesícula) en un hospital de Pensilvania, EEUU, durante un período de 9 años. En este trabajo observó que l@s pacientes que estaban en habitaciones que tenían ventanas con vista a espacios verdes, tuvieron post-operatorios más cortos, con menos complicaciones y un menor consumo de analgésicos que aquell@s que se encontraban en habitaciones cuya ventana daba a edificaciones (Ulrich, 1984). 
Keniger y col. (2013) señalan que “Hay evidencia empírica que demuestra que interactuar con la naturaleza trae una variedad de beneficios humanos observables, incluidos efectos positivos en salud física, bienestar psicológico habilidades cognitivas, cohesión social.” (Keniger y col. 2013)."
Algunos de los efectos sobre la salud son: reducción del estrés, mejora en el sueño, reducción de la depresión, reducción de la ansiedad, menores niveles de agresividad, disminución de síntomas de déficit de atención, mejoras en los niveles de presión arterial, disminución de alteraciones cardíacas, reducción de la obesidad, recuperación de pacientes adict@s, mejora de la visión, y mejora de la función del sistema inmune en niñ@s, adult@s y pacientes oncológicos (Frumkin y col. 2017, Keniger y col. 2013; Richard y Zapata, 2013). El estrés es un factor reconocido en diferentes modelos de producción psicosocial de la enfermedad (Barragán y col. 2007).

Pero hay un aspecto más importante aún, y es que el contacto con la naturaleza disminuye los niveles de fatiga mental, violencia y agresividad en la sociedad. En este aspecto, es muy interesante destacar el trabajo de Kuo y Sullivan (2001), en el que analizaba la influencia de los espacios verdes sobre las tasas de delincuencia en barrios residenciales de bajos recursos de la Ciudad de Chicago. En este trabajo, los autores, describen como la presencia de espacios verdes están asociados a menores tazas de crímenes totales, delitos contra la propiedad y robos violentos (Figura 6). El trabajo concluye con la “excitante posibilidad que la plantación de árboles podría contribuir a inhibir el crimen y crear municipios más seguros para familias pobres y sus hij@s” (Kuo y Sullivan, 2001).

Figura 6. Efecto de los espacios verdes sobre las tazas de delincuencia. Se grafica la media de crímenes reportados por edificio de departamento según las diferentes cantidades de vegetación. Gráfico tomado de Kuo y Sullivan (2001).


Es interesante mencionar el punto de vista de Richard y Zapata, (2013) sobre las características del urbanita, o ser humano que vive en ciudades y su relación con la naturaleza:
“Vale decir que aun cuando el ser humano como especie nace con una biofilia innata ó genotípica, esta es luego enmascarada en un fenotipo típicamente urbano a partir de la cultura y educación que responde en última instancia a valores opuestos a la biofilia en su más amplio sentido. El urbanita entonces se ve caracterizado o bien por una manifiesta indiferencia a los problemas ambientales y/o por valores y conductas totalmente opuestos a la biofilia: la necrofilia, no tanto en el sentido dado por Fromm (1964) sino exactamente como antítesis al aquí dado al término de biofilia. Esta necrofilia que se ve reflejada en actitudes de maltrato animal exacerbado (Hasta la muerte precisamente), maltrato a las plantas y fobia a distintos tipos de animales entre los cuales los reptiles, arácnidos e insectos probablemente se lleven el lamentable primer premio (...)” (Richard y Zapata, 2013).

Y estas actitudes claramente pueden verse en muchas personas en la forma de miedo hacia la naturaleza, en culparla de los problemas de la sociedad (enfermedades, robos, accidentes), o en sentir placer al ejercer conductas de maltrato hacia la misma. No es raro ver personas que demuestran su sadismo en redes sociales al posar con un “trofeo” de una cacería. Incluso a nivel de niñ@s se ven algunas conductas de maltrato, como el uso de gomeras, conductas que l@s niñ@s ven como un juego, pero que l@s adult@s tutores, deberían enseñar que son una forma de maltrato hacia otros seres vivos. El contacto con la naturaleza permitiría, cambiar esa necrofilia, por los sentimientos biofílicos que permitirían que nos respetáramos más como sociedad.
Otra muestra de desprecio hacia la naturaleza se manifiesta en las ciudades con el concepto de “árbol mobiliario”. Las constructoras talan árboles de décadas (a veces centenarios), para después reemplazarlos por arbolitos de pocos centímetros de diámetro, pero la misma política se aplica desde los propio gobiernos (y el gobierno de CABA es el que más lo hace) en los que se dibujan planos, y se tala y planta según las conveniencias, sin considerar su papel como organismos vivos, y como hábitat de especies dentro de una ciudad. Los árboles de un espacio deberían protegerse a como dé lugar, y la fauna que en ellos se desarrolla también, y las obras deberían contemplar la protección de un árbol y el mantenimiento de espacios verdes como prioridad número uno.

Vimos las ventajas que tiene el contacto con la naturaleza sobre la salud, algo ya conocido desde hace tiempo por el movimiento sanitarista. Y realmente habría que comentárselo a Larreta, que aprobó por decreto un espantoso proyecto para fusionar 5 hospitales en los jardines del Hospital Muñiz. Los colegios de profesionales pusieron el grito en el cielo, pero desde el ministerio de salud del GCBA, sólo respondieron con un silencio cómplice.

https://www.24con.com/nota/186816-con-un-decretazo-larreta-unifica-cinco-hospitales-en-uno/.

Figura 7. Imagen de google maps, que muestra al Hospital Muñiz (en círculo rojo), y su entorno en el barrio de Parque Patricios.

El objetivo es demoler los hospitales y venderlos para beneficio de la mafia inmobiliaria. Los 5 predios quedarían abarrotados dentro del círculo marcado en rojo en la foto (Figura 7).

Los hospitales que pretenden fusionar son:

- Hospital de Enfermedades Infecciosas F. Muñiz

- Hospital de gastroenterología B. Udaondo

- Hospital de Rehabilitación Respiratoria M. Ferrer

- Hospital de Oncología Marie Curie

- Instituto de Rehabilitación Psicofísica.

Desde el punto de vista sanitarista, los jardines del Hospital Muñiz son claves para la recuperación de los pacientes, cuyos beneficios se perderían con la fusión. Pero además, claramente es una mala idea juntar en el mismo espacio físico a los pacientes con cepas de tuberculosis resistentes a antibióticos presentes en el Hospital Muñiz, con l@s pacientes inmunosuprimid@s que están recuperándose de tratamientos quimioterapéuticos en el hospital de Oncología Marie Curie.

Pero la última incursión de Larreta en salud, fue entre diciembre de 1999 y diciembre de 2000 como interventor del Pami. No es recordado por haber tenido un gran papel, sino por haber negado los fondos que la obra social le adeudaba a la fundación Favaloro (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/habia-una-negociacion-con-el-pami-nid27439). A la semana, se quitaba la vida el Dr. René Favaloro (Figura 8), el más grande cardiocirujano que nació por nuestras tierras, acuciado por las deudas, y asqueado por la corrupción se pegó un tiro en el corazón.
Dejó una carta en la que explicaba los motivos de su dolorosa decisión, y que entre otros párrafos podía leerse:


"Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).



Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda."


Figura 8. Dr. René Favaloro, inventor del bypass coronario y reconocido mundialmente. Fuente Telam 162. Tomada a partir del artículo de infobae arriba mencionado.

Y ahora sí vamos con los mitos... 


1) El desmalezamiento para la prevención del dengue.

Los municipios suelen carecer de personal idóneo en materia de salud, y en las campañas de prevención del dengue hacen agua... y se nota. Vamos a utilizar el libro “investigaciones sobre mosquitos en la Argentina”, compilado por Corina Berón y colaboradores para refutar el mito de que el desmalezamiento sirve como método de prevención de esta enfermedad. Esta publicación híper-especializada está escrita por un equipo multidisciplinario de científic@s que investigan sobre diferentes aspectos de los mosquitos (de las diferentes especies) y aplicado a nuestro país. Es interesante destacar que dicha publicación surgió financiada por los organismos de ciencia del estado, y para el bienestar de la población. Muchas veces los gobiernos quieren hacernos creer que la ciencia es un “gasto”. Pero realmente si l@s encargad@s de salud de los estados municipales, provinciales y nacionales leyeran detenidamente esta publicación, dejarían de gastar muchísimo dinero en medidas que además de ser ineficaces, muchas veces profundizan el problema.
La ciencia es inversión, el marketing político sí es gasto inútil.

Vamos a verlo gráficamente analizando una pésima campaña que la municipalidad de Vicente López, bajo la gestión de Jorge Macri lanzó en el año 2017 (Figura 9). Realmente comete una serie de errores, que demuestran un desconocimiento absoluto en el tema. En primer lugar, como dice mi amigo, el Dr. Borón, el afiche parece más una publicidad de bronceadores, que una campaña de prevención del dengue, zika y Chikungunya. Pero además, en ningún momento nombra a Aedes aegypti, que es el vector de las enfermedades mencionadas (es decir, el agente que transporta a los patógenos, en este caso los virus causantes o agentes etiológicos). También es vector de la fiebre amarilla. Aedes albopictus también es vector de dichas enfermedades, pero no se ha demostrado su presencia en la región bonaerense. Pero el principal error de la campaña es que en ningún momento menciona la importancia de la eliminación de reservorios domiciliarios, para controlar al vector. 


Figura 9. Mala campaña para la prevención del Dengue, Zika y Chukingunya.


Para empezar, se conocen 242 especies de mosquitos que habitan en la Argentina (Rossi en Berón y col. 2016). Sólo una especie es de importancia epidemiológica en la mayor parte de nuestro país (otras especies están acotadas a regiones particulares), Aedes aegypti, que a diferencia de muchas otras especies de mosquitos, es un vector antropizado, y cría en recipientes artificiales, y generalmente en: “(...) recipientes de formas cilíndricas, con boca ancha y poco profundos, de plástico, vidrio, metal, cerámica o caucho, tales como floreros, latas, frascos, baldes y neumáticos en desuso. Asimismo, se registró esta especie en recipientes artificiales de mayor tamaño como tanques de almacenamiento de agua y cisternas (Rossi y Almirón, 2004).En ambientes acuáticos del tipo charcos, zanjas, lagunas o ríos, Ae. aegypti no se cría naturalmente (Grech y Ludueña-Almeida en Berón y col. 2016)”. Por otro lado, los mosquitos no se alejan más de 65 metros de su lugar de cría (Solari y Fischer en Beron y col. 2016). Es decir que cuando en la campaña de la figura 9 nos hacen quedarnos en nuestras casas y evitar permanecer al aire libre para evitar el encuentro con el mosquito vector, en realidad nos están acercando a los Aedes aegypti que puede haber en nuestras casas, si nosotr@s o nuestr@s vecin@s no hacen el adecuado control de reservorios. Además la campaña incurre en un error muy común sobre los horarios de actividad de este insecto. Transcribo el siguiente párrafo: “Se encuentra información sobre el Ae. aegypti desde los medios de difusión públicos y privados, con énfasis en que su actividad se desarrolla al amanecer y al atardecer y en pocos casos, también durante la noche si existen fuentes de luz en el interior de las viviendas. Sin embargo, es preciso aclarar que las hembras se alimentan en cualquier momento del día en el interior de las habitaciones.”(Oscherov y col. en Berón y col. 2016).
Pero además centra su mensaje en el uso de repelentes, y para eso podemos decir que: “Existen productos no profesionales para el mercado "domiciliario-sanitario", tales como aerosoles, espirales, etc., pero ninguno de ellos es apto para controlar eficiente e integralmente al mosquito vector del dengue, muchos de ellos son simple repelentes. Por tal razón no son utilizados en las campañas gubernamentales de control del Ae. aegypti y no existen programas comunitarios basados en estos productos comerciales” (Harburguer y col. en Berón y col. 2016). La Municipalidad de Vicente
López sorprende con su falta de profesionalismo.

Recapitulando: Las hembras de Aedes aegypti pone sus huevos resistentes a la desecación pegados a las paredes de recipientes artificiales. Con las lluvias, el agua llena los recipientes y las larvas eclosionan. Son acuáticas, pero deben estar cerca de la superficie ya que respiran aire, y se alimentan de pequeñas algas y/o microorganismos. Luego, sufren un proceso de metamorfosis, y emergen los mosquitos adultos de la pupa. Los mosquitos, no se alejan más de 65 metros de su lugar de cría y pican en cualquier momento del día. En ambientes acuáticos del tipo charcos, zanjas, lagunas o ríos, Ae. aegypti no se cría naturalmente. Existen abundantes predadores que controlan a este vector en varios de sus estadíos. La medida de control más eficiente es el control de reservorios. Las fumigaciones de adultos sólo son efectivas en los domicilios. Los repelentes no sirven como elemento de control del vector. 

Respecto de otras acciones ineficaces ejercidas por los municipios para el control de Aedes aegypti tenemos:
- Fumigaciones en espacios públicos
- Desmalezamientos


Estas medidas no tienen en cuenta características biológicas de los vectores, y tampoco lo analizan desde un punto de vista ecosistémico considerando los diferentes predadores, y otros mecanismos de regulación de las poblaciones de mosquitos. En muchos casos las áreas naturales permiten que existan especies que son controladores naturales de especies perjudiciales para el ser humano (Richard y Zapata, 2013). Como ejemplos podemos citar a una enorme cantidad de aves rapaces, que controlan a las poblaciones de roedores; a distintas especies de murciélagos, que controlan las poblaciones de mosquitos y otros insectos vectores de enfermedades (Lartigau B. y col. en Athor y col 2014), o a distintas especies de ranas y sapos, que se alimentan de mosquitos y caracoles (Agostini 2012).



Y para el caso de Aedes aegypti tenemos una amplia gama de predadores. Por, ejemplo, los “bichos bolita” (Armadillidium vulgare), son predadores de los huevos de esta especie, y varias especies de libélulas son predadoras de mosquitos adultos (Fischer y col. en Berón y col. 2016; Byttrbier y Fischer, 2019). Existen muchas otras especies que podrían ser potenciales consumidores de larvas de mosquito y que en condiciones de laboratorio consumieron abundante cantidad de larvas de Aedes aegypti, pero que en condiciones naturales se alimentan de otras especies: Entre ellos tenemos diferentes especies de planarias, copépodos, peces, larvas de libélulas (son acuáticas en sus estadíos larvales) (Tranchida y col. 2009; Fischer y col. en Berón y col. 2016). La presencia de predadores, probablemente explique por qué Aedes aegypti no puede establecerse en ambientes acuáticos naturales. 

Respecto de las medidas de control, l@s especialistas son bien clar@s: Estudios realizados en varios países han demostrado que el rociado con productos con efecto sobre adultos tiene poco impacto sobre la población de Ae. aegypti(Burroni y col. en Berón y col. 2016). En cambio, “La eliminación de estos criaderos es el método probadamente más eficiente para reducir la población de este mosquito transmisor del dengue y otras enfermedades” y “Todo parece indicar que las medidas más adecuadas deberían focalizarse en acciones no basadas en insecticidas químicos sobre las etapas inmaduras (larvas y pupa). Las recomendaciones más eficaces consisten en eliminar aquellos contenedores de agua donde pueda desarrollarse el vector. (Burroni y col. en Berón y col. 2016). Y como seguramente haya mucha gente que debe estar pensando en que igual quiere que fumiguen, transcribo un párrafo más: “Existen al menos dos situaciones que contribuyen negativamente a las acciones contra el dengue: por un lado, la desatención (por la existencia de otras urgencias sanitarias) y consecuente ausencia de medidas de control, y, por otro lado, la implementación de medidas ineficaces que, si bien suelen contar con amplia difusión, sólo generan falsas expectativas de mejora. El primer caso puede interpretarse como invisibilidad de la enfermedad y el segundo, como intervenciones inadecuadas que, junto con ausencia de conocimientos acerca de la biología del vector, llevan a la población a reclamar al Estado medidas que distan de ser las adecuadas (como sucede con las fumigaciones sistemáticas en el espacio público).” (Burroni y col. en Berón y col. 2016). La propia página de la secretaría de salud dice: “A diferencia de lo que se suele creer, la fumigación no es una solución definitiva ni la más eficaz para eliminar a los mosquitos y prevenir las enfermedades que transmiten” (https://www.argentina.gob.ar/salud/mosquitos/fumigacion).

Veámoslo desde un punto de vista global. ¡¡Basta de fumigar!!

Imaginemos una fumigación con insecticidas de amplio espectro sobre ambientes silvestres. No estaríamos eliminando mosquitos adultos en grandes cantidades, ya que estos se crían en ambientes domiciliarios, pero sí estaríamos eliminando a los predadores, que suelen criarse en ambientes naturales. Y aquí, por desconocimiento se le quita importancia al papel de los predadores dentro de un ambiente, que son los que habitualmente controlan las poblaciones de otros animales. Esta disminución de controladores, puede llevar a que las poblaciones de mosquitos, tanto Aedes aegypti como otras especies aumente por la eliminación de este factor de control debido a los insecticidas. 

Entre los años 1925 y 1926 los matemáticos Alfred Lokta y Vito Volterra trabajando independientemente crearon el primer modelo teórico que describía matemáticamente las interacciones predador-presa (Kingsland, 2015; Weisberg y Reischman, 2008). Este modelo incluía el principio de Volterra de enorme valor ecológico, cuya propiedad principal establece que: un efecto biocida general que actúe tanto en el predador como en la presa, incrementará la abundancia de la población de la presa. Es decir, que si por ejemplo se fumiga con un insecticida no selectivo, (como los organosfosforados, organoclorados, piretroides y carbamatos, utilizados habitualmente), lo que veríamos es un aumento de la cantidad de individuos de la especie a controlar, debido a la disminución de sus controladores naturales. Tabaschnik (1986), analizó este fenómeno en un trabajo mediante simulaciones por computadora de un sistema predador presa, en el que utilizaba diferentes dosis de pesticida. Altas dosis del mismo llevaban a una extinción de los predadores, y resistencia en la especie que se buscaba controlar (presa); dosis pequeñas de pesticida llevaban a que los dos desarrollaran resistencia, aunque las poblaciones de la presa eran mayores que cuando no se usaban pesticidas. Si bien estas conclusiones derivan de un modelado, son compatibles con el principio de Volterra.

Si bien el modelo Lokta-Volterra es para un sistema con un solo predador y una sola presa, y presenta algunas falencias, algunos autores, establecieron que una de sus partes, el principio de Volterra, es lo suficientemente robusto como para independendizarse de condiciones particulares, y por tal motivo puede ser utilizado en diferentes casos de sistemas naturales (Weisberg y Reisman, 2008; Räz, 2016).

Pero al margen de las simulaciones, la validez de un modelo predictivo se comprueba a través de casos empíricos, y existe una enorme evidencia acumulada de casos en los que las fumigaciones aumentaron el número de individuos de una población considerada plaga. En este sentido, Pisa y col. (2014), escribieron un trabajo de revisión en el que analizan el efecto de neonicotinoides (marketineados como insecticidas más “amigables con el medioambiente”) sobre diferentes poblaciones no blanco. Los efectos son terribles, e implican la disminución de la biodiversidad en general, y efectos nocivos sobre especies benéficas para los humanos como abejas y lombrices, así como un enorme impacto en predadores de las especies blanco. Ejemplos de esto son la disminución de avispas parasitoides, predadores como Crisoppa spp., coccinélidos (ej: vaquitas de san antonio), entre otros (Pisa y col. 2014) . A menudo, las “plagas” suelen tener estrategias que les permiten recuperarse a mayor velocidad que sus predadores y por tal motivo el uso de insecticidas elimina el servicio ecosistémico que los ambientes naturales brindan como controladoras de plagas, así como otros graves daños sobre los ecosistemas (Chagnon y col. 2014).

Otro ejemplo en los que se aplica el principio de Volterra en la naturaleza fue cuando los agricultores de California empezaron a usar altas cantidades de DDT durante los años 50 para controlar insectos que atacaban los cultivos de algodón, particularmente la cochinilla acanalada (Icerya purchasi), pero el insecticida mató a su predador natural, el coccinelido Rodolia cardinalis, agravando la infestación de los cultivos (Weisberg y Reisman, 2008).

La efectividad de cualquier pesticida disminuye rápidamente luego de los primeros usos, y las especies a controlar, generalmente se recuperan rápidamente, debido a que suelen reproducirse en mayor cantidad, y eso le da más chances a que aparezcan genes de resistencia. Luego se seleccionarán a los sobrevivientes, generando resistencia a nivel poblacional. Los predadores tienen tazas mucho más lentas de reproducción, y por tal motivo tardarán mucho más en generar resistencia. Esto favorecerá a las presas, que eran las que se buscaba controlar (Braude y Gaskin en Braude y Low, 2010). Creo que la idea quedó clara, pero volvamos a los mosquitos.

Es decir que fumigando en espacios naturales estaríamos reduciendo la presencia de predadores específicos y por lo tanto aumentando el número de individuos de mosquito, y particularmente de Aedes egypti, que al ser domiciliario está protegido de la acción de los insecticidas. La fumigación intradomiciliaria, podría ser una medida que podría funcionar, pero como se mencionó más arriba, es poco efectiva sin un adecuado control de reservorios. Además debe tenerse en cuenta que la fumigación no actúa sobre huevos y larvas, por lo que de encontrarse estos presentes en el domicilio, reemplazarían rápidamente a los adultos muertos por los biocidas y en este caso no contarían con predadores que puedan controlar su número.

¡¡No a los desmalezamientos!!

Es otro error sumamente común, porque como vimos, y a diferencia de otras especies que sí crían en ambientes naturales, el Aedes aegypti es domiciliario (Day, 2016). Y si bien puede criar en determinados huecos de árboles que acumulan agua, su ocurrencia es baja. En un estudio en la localidad de Orán, Salta, Mangudo y col. (2014) analizaron la presencia de mosquitos en huecos de árboles urbanos y suburbanos de la región de yungas. El 5% de los árboles analizados tenían agujeros que retenían agua de lluvia, y en varios de ellos se encontraron larvas de Aedes aegypti, pero esto sólo se dio en áreas urbanas y no áreas selváticas en las que fue muy raro encontrar a esta especie. Sin embargo, l@s autores destacan que comparado con la cantidad de larvas encontradas en contenedores artificiales, la cantidad es muy baja, resultado que se condice con trabajos anteriores de este grupo (Mangudo y col. 2011; Mangudo y col. 2014). A modo de ejemplo, la especie donde más larvas se encontraron en el trabajo anteriormente mencionado es el chivato, Delonix regia, especie introducida desde Madagascar, y que claramente marca un ambiente modificado. Sin embargo, el número de larvas encontradas en huecos de árboles es muchísimo menor, que la encontrada en recipientes artificiales como baldes y cubiertas de auto (Figura 10.) (Burkot y col. 2007). Otros trabajos también encontraron ocasionalmente estados inmaduros de Aedes aegypti en troncos, pero todos apuntan a la presencia de unas pocas larvas, comparado con la presencia de cientos que podemos encontrar en recipientes de plástico o metal, por tal motivo se considera a Aedes aegypti dentro de una categoría especial que es la de “mosquitos domiciliarios” (Nunes Lima-Camara y col. 2016; Day, 2016).

Figura 10. Comparación entre el número de larvas encontrado en ambientes naturales versus ambientes domésticos en Samoa Americana, en el Pacífico Sur (Burkot y col. 2007). Si bien algunos de los elementos encontrados en este gráfico no están en nuestro ambiente como los cocos, es interesante para ver que la presencia en recipientes artificiales es varios órdenes de magnitud mayor que la cría en ambientes naturales. El mayor número se encontró en baldes y en barriles de más de 150 litros (44 galon drum), seguido de neumáticos (elementos abundantes en nuestra provincia).

La presencia de mosquitos en troncos de árbol puede ser un hecho interesante, pero su contribución a la cantidad de estos insectos en una ciudad es despreciable. Sin embargo, habría que comentárselo a los encargados del ministerio de salud (cuando era ministerio), que en “Directrices para la prevención y control de Aedes aegypti” cometen un grave error, que voy a remarcar: dice lo siguiente como forma de prevención para los municipios: “Mantener la limpieza y el orden en los edificios públicos y todos aquellos espacios sobre cuyo mantenimiento sean responsables los gobiernos municipales, provinciales o nacionales. Esta limpieza implica el desmalezado y la eliminación de todos aquellos recipientes que puedan ser potenciales criaderos para Aedes aegypti.”... ¡¡Desmalezado, no!!, justamente por lo explicado anteriormente. Y en realidad esta publicación tiene algunos errores como este, que se basan en copiar y pegar un material sin analizarlo y sobre todo sin adaptarlo a la realidad local. Por ejemplo cita como lugares de cría domiciliarios a los ¡¡bananos!! y como criaderos artificiales inservibles a las cáscaras de coco y a las conchas marinas. ¿Después de todo quién no tiene un bananero y un cocotero en su casa? (Figura 11). En realidad es una mala interpretación de trabajos como el gráfico de la Figura 10, de Burkot y col (2007). Realmente esperaba un trabajo un poco más serio del ministerio de salud.  


Figura 11. Tomada de “Directrices para la prevención y control de Aedes aegypti”, que a su vez copiaron y pegaron un gráfico para otras regiones del mundo, que tomaron de “Jan A. Rozendaal, Vector Control. Methods for use by individuals and communities, World Health Organization, Geneva, 1997”.

En realidad, los principales sitios de cría de Aedes aegypti en las ciudades, de Argentina y de otras partes del mundo, además de los domicilios son: cementerios, gomerías, desarmaderos de vehículos, basurales a cielo abierto y predios donde se deposita chatarra, ya que ofrecen una amplia variedad de receptáculos capaces de contener agua (Grech y Ludueña-Almeida en Berón y col. 2016). El carácter necrofílico de buena parte de la población lleva a culpar siempre a la naturaleza de los problemas propios de las ciudades, pero justamente en ambientes naturales se ve una menor cantidad de Aedes aegypti que en las ciudades. En un contexto mucho más complejo y con muchas más especies de mosquitos vectores como es Costa de Marfil, un grupo de científic@s analizó la presencia de distintas especies de Aedes sp. (entre ellas Aedes aegypti) en diferentes áreas, y sus resultados revelaron que las áreas urbanas presentaban una mayor capacidad de albergar sitios de cría de mosquitos de este género que las suburbanas, y rurales, y sugerían a la urbanización de áreas rurales como un factor de riesgo para la propagación de arbovirus transmitidos por los mosquitos, como el arbovirus del dengue (Zahouli y col. 2017). Y atribuyen la mayor abundancia de larvas de mosquitos del género Aedes justamente a la destrucción de la vegetación natural y a su reemplazo por infraestructura en áreas urbanizadas, que modifica microambientes, y mejora las condiciones de cría y disponibilidad de fuentes de alimento. Además los Aedes urbanos están menos expuestos a predadores, presentes en áreas rurales (Zahouli y col. 2017). Similares resultados se obtuvieron para Aedes albopictus en China (Li y col. 2014). En este sentido, la eliminación de la naturaleza tiene similares resultados que para otras enfermedades transmitidas por vectores como la Enfermedad de Chagas-Mazza, leishmaniasis, malaria, filariosis, en la que la deforestación y colonización humana de selvas y bosques, constituye un factor de riesgo en la adquisición de la enfermedad (Briceño-Leon, 2007; Fernández y col. 2012; Colwell y col. 2011).

En el caso de la Enfermedad de Chagas-Mazza, otra enfermedad endémica de nuestro país, la principal razón de este hecho radica en que la fragmentación de los ambientes naturales disminuye la disponibilidad de animales salvajes, que sirven de alimento para los triatomíneos vectores (vinchucas), lo que los lleva a colonizar viviendas. Pero a su vez, se seleccionan especies más adaptadas a ambientes degradados como didelphidos y roedores, que son mejores transmisores de la enfermedad y que van a buscar comida más cerca de espacios peridomiciliarios (Roque y col. 2008; Gürtler 2009; Rodrigues Coura y col. 2012; Das Chagas Xavier y col. 2012).

En el caso del dengue, su vector está enormemente adaptado a sitios antrópicos, y en principio no existirían reservorios animales (aunque Aedes aegypti y Aedes albopictus pueden picar otros animales no transmisores de enfermedad, prefieren alimentarse de sangre humana) (Ponlawat y Harringhton, 2005), pero la urbanización, convierte sitios en los que este mosquito no se cría como charcos, lagunas, zanjas, en sitios artificiales con enorme proliferación de los mismos. A su vez, la fragmentación de los espacios naturales, y la eliminación de los pocos parches de naturaleza en las mismas disminuye la presencia de predadores, que se encuentran totalmente ausentes en ambientes artifcializados, que en cambio, sí pueden estar presentes en ambientes urbanos en los que se conservan parches agrestes. Además el aumento de la densidad de población, aumenta la probabilidad de que un vector pique a un individuo infectado, y que luego pique a otra persona sana dentro de su radio de vuelo, transmitiendo la enfermedad. Respecto de otras enfermedades transmitidas por mosquitos, en un estudio del año 2012, un grupo de científic@s estudió el impacto de los humedales urbanos en Nueva Jersey, EEUU, sobre otra enfermedad transmitida por mosquitos, que es el Virus del Nilo Occidental. Contrariamente a lo que creía la población y a pesar de que algunas especies de aves actúan como reservorio de la enfermedad, la presencia de humedales disminuyó tanto la presencia de mosquitos capaces de transmitir la infección, como de aves infectadas respecto de zonas residenciales. Una de las especies encontradas en este trabajo es Aedes albopictus, que también transmite dengue; otro es Culex pippiens, especie común en nuestro país. En parte el efecto protector de los humedales se da por efecto dilución (la biodiversidad disminuye la probabilidad de que un mosquito pique a un animal que desarrolle la enfermedad, y disminuye la probabilidad que que un animal infectado sea picado dos veces), pero también por la mayor cantidad de predadores. Este trabajo, concluye que “las condiciones ecológicas que favorecen la transmisión están más fuertemente asociadas a ambientes urbanos residenciales que a sus humedales adyacentes” (Johnsosn y col. 2012). Y este aspecto me interesa destacarlo, porque en el análisis me estuve centrando mayoritariamente en Aedes aegypti, y no hablé tanto de otras especies, que incluso crían en áreas silvestres. Hay consenso en que la biodiversidad nos protege de la adquisición de enfermedades (Kessing y col. 2010), y que la urbanización en casos como el dengue, aumenta la posibilidad de encontrarse con el vector. ¿Entonces por qué no adoptamos una actitud de protección de los ambientes silvestres y de las áreas agrestes dentro de las ciudades?

Predadores de los mosquitos en sus diferentes formas: 


Aedes aegypti pasa los inviernos en forma de huevos resistentes a la desecación, y por lo tanto toda predación de los mismos es fundamental a la hora de limitar el número de sus poblaciones. Algunas de las familias de los potenciales predadores de huevos identificados son: 

- Dermaptera (Forficuloidea) (las viejas y queridas tijeretas), 
- Hymenoptera, (Formicidae) (es decir las hormigas)
- Isopoda (Bathytropidae y Armadillidae) (bichos bolita) .


Fuente (Fischer y col. en Berón y col. 2016; Byttebier y Fischer; 2019)

Predadores de larvas (que pueden encontrasre en domicilios):

- Cyclopoidea (Coepepoda) (Los copépodos son animales diminutos del orden del milímetro). También son predadores de larvas de otros géneros de mosquito como Culex sp. (Tranchida y col. 2009).
- Odonata (Anisoptera y Zygoptera): Libélulas.
- Hemíptera (Nepomorpha). Un ejemplo es Bellostoma sp. o chinches de agua, que excepcionalmente pueden contrarse en domicilios.

Existen otros ejemplos de predadores de larvas, que pueden encontrarse en ambientes naturales, pero que no vamos a encontrar en ambientes artificiales, y por eso sólo los mencionaré brevemente. Algunos de estos son planarias como Turbellaria sp., varias especies de peces como madrecitas de río (Cnesterodon decemmaculatus),algunos tipos de escarabajos como Paracymus sp., etc. (Fischer y col. en Berón y col. 2016).


Predadores de adultos de Aedes aegypti y otros géneros (Fischer y col. en Berón y col. 2016):

- Aracnidos (muchas de las arañas presentes en los domicilios). Las de la familia Saltacidae (arañas saltadoras), los cazan; otras familias lo hacen a partir de sus telas de araña,
- Odonata (Anisoptera y Zygoptera): Libélulas. Predadoras del género Aedes sp. y otros.
- Hymenoptera (Vespidae): avispas*.
- Aves*

- Anfibios*: Algunas especies que entre otros animales se alimentan de mosquitos son la ranita trepadora enana (Dendropsophus sanborni y D. nanus), la ranita de zarzal (Hypsiboas pulchellus), la ranita hocicuda (Scinax squalirostris) entre otras (Agostini, 2012). (Video 1).
- Reptiles*
- Mamíferos (murciélagos)*

*Familias predadoras de mosquitos sin especificar género.

Por último debemos decir que existe predación de huevos y larvas por parte de otras especies de mosquitos (e incluso existe el canibalismo en algunas especies), lo que agrega un poco más de complejidad al asunto. Especies como Toxorhynchites spp., Eretmapodites spp., y Culex tigripes predan larvas de Aedes sp. (Zahouli y col. 2017)

Video 1. Zanja en Sierra de la Ventana llena de ranas (creo que es la ranita de zarzal). Si se aplicaran los "desmalezamientos" esta maravilla desaparecería.

Aves: La mayoría de las aves basan al menos en parte su dieta en artrópodos, estimándose como "insectívoras" un 90% de las aves terrestres de regiones boreales y un 60% de las de regiones tropicales, Los consumos están en el orden de los Kg de insectos por año por hectárea, desde unos 4 kg en desiertos, hasta más de 100 Kg en selvas (Nyeffeler y col. 2018).
En nuestra región tenemos ejemplos de aves omnívoras (que además incluyen insectos como parte de su dieta), como el tordo músico (Agelaioides badius), el tordo renegrido (Molothrus bonariensis), el cardenal (Paroaria coronate); aves insectívoras como la ratona común (Troglodytes aedon), la tacuarita azul (Polioptila dumicola), el hornero (Furnarius rufus), entre otros (Quiroga y col. 2018). Otra especie habitualmente encontrada en ambientes urbanos es el benteveo (Pitangus sulphuratus), cuya alimentación se basa predominantemente en insectos, y que complementa con otros invertebrados, semillas y frutos, y que al igual que otros miembros de la familia Tyranidae, caza insectos al vuelo (Latino y Beltzer, 1999; Borrero, 1972). 
En las áreas naturales, muchas veces tenemos la suerte de ver churrinches (Pyrocephalus rubinus), una hermosa ave que se la puede encontrar nidificando en ramas de tala (Celtis tala), y que caza para alimentar a la hembra cuando esta cuida a sus pichiones (Fiorini y Rabuffetti, 2003). En la figura 12 puede verse un macho posando sobre una chapa oxidada en el Arroyo Yrigoyen. Esta especie se para en "perchas", es decir en ramas horizontales desde donde se lanza, y mediante trayectos cortos, caza insectos en vuelo. Luego vuelve a la misma percha, o a otra (Borrero, 1972) . Es común verlo dando pequeños revoloteos cerca del lugar y volviendo a la misma rama, su nombre en inglés es Scarlet Flycatcher (atrapamoscas escarlata), lo que nos indica parte de su alimentación.

Figura 12. Churrinche (Pyrocephalus rubinus), ave insectívora que caza insectos en vuelo. Foto de Gabriel Dallinger, tomada en el Área Natural Yrigoyen.

Además de la familia Tyranidae, otros grandes cazadores de insectos en vuelo son los miembros de la familia Hirundidae, es decir las golondrinas. Existen diversas especies que están a lo largo del año, ya que muchas de ellas son migratorias. Son excelentes voladoras, y se alimentan casi exclusivamente de insectos (Winkler, 2006). Existen diversas especies en nuestro país, y existen grupos de científicos de la Universidad de litoral (Santa Fe) que las estudian.
https://www.unl.edu.ar/noticias/news/view/estudian_las_adaptaciones_de_las_golondrinas#.XVcEB-NKiM8

Murciélagos

El orden Chiroptera es el que abarca a los murciélagos y es el segundo grupo más diverso de mamíferos, después de los roedores. Existe una amplia variedad de murciélagos, y muchos de ellos son insectívoros alimentándose de pequeñas presas como mosquitos, hasta grandes como escarabajo y polillas, dependiendo de la especie. Pueden consumir más del 25% de su masa corporal en insectos cada noche (Kasso y Balakrishnan, 2013). La especie Tadarida brasiliensis (moloso común), presente en nuestra región, por ejemplo consume hasta un 70% de su masa corporal en insectos, es decir alrededor de 4-8 gramos de insectos por noche, y alrededor del 15% de su alimentación es a partir de dípteros (Kunz y col. 1995). En Florida, EEUU se estima que una colonia de 30.000 murciélagos Myotis austroriparius come unas 15 toneladas de mosquitos, y un pariente Myotis septentrionalis es un enorme predador de las poblaciones de estos insectos (Kasso y Balakrishnan, 2013).
La página del programa de conservación de murciélagos de Argentina tiene las fichas de 63 especies de murciélagos de nuestro país (http://www.pcma.com.ar/listamurciargentina.htm), separadas en cuatro familias (Noctilonidae, Phyllostomidae, Vespertilionidae y Molosidae). En nuestra región habitan al menos 5 especies del género Myotis (M. albescens, M. dinellii, M. levis, M. ruber y M. riparius; murcielaguito vientre blanco, murcielaguito amarillento, murcielaguito pardo, murcielaguito rojo, murcielaguito ocráceo respectivamente), todos ellos de hábitos insectívoros (Lutz y col. 2016). En el Delta se pueden encontrar a Lasiurus blossevillii (murciélago escarchado chico), Lasiurus cinereus (escarchado grande o ceniciento), Dasypterus ega (leonado), Eptesicus furinalis (pardo común), Eptesicus diminutus (pardo), Eumops bonariensis (murciélago de orejas anchas pardo), Molossus molossus (de cola gruesa chico), Tadarida brasiliensis (moloso común). Otras especies fueron encontradas ocasionalmente (Lartigau B. y col. en Athor y col 2014).
Las áreas naturales son lugares clave para conservar a estos importantes predadores de insectos. En el video del siguiente enlace puede observarse a un murciélago escarchado chico (Lasiurus blossevillii) en el Área Natural Yrigoyen. Sería interesante, que el municipio de Vicente López lo entendiera, y cesara con sus proyectos de “parquizar” y por lo tanto arrasar el área.

https://www.facebook.com/TodxsporelYrigoyen/videos/418874208834976/

En la reserva universitaria El Renacer de la Laguna situada en la Facultad de Veterinaria de la UBA, tuvieron una visión integradora del tema, y decidieron trabajar en conjunto con el programa de conservación de murciélago, e incluir a la reserva dentro del programa de SICOM (Sitios importantes en la conservación de los murciélagos). En ese lugar l@s voluntari@s están haciendo esfuerzos para conservar las poblaciones de murciélagos presentes, y para que que se re-establezcan poblaciones de varias otras especies, así como de otros predadores de mosquitos (insectos, arácnidos, peces, anfibios, etc.) (Figuras 13 y 14). 

Figura 13a y 13b. Caja para el establecimiento de colonias de murciélagos, antes y después de subirla a su ubicación en altura.  En la foto 13b se ve además un chiflón (Syrigma silbatrix)

 Figura 14. Alpaida veniliae comiendo un mosquito de la especie Culex sp.

 Figura 15. Fotos del censo de mosquitos realizado en la reserva.

Figura 16. Vista aérea del Renacer de la Laguna. Tomada de la página del programa de conservación de murciélagos. La foto es de hace algunos años, hoy gracias al trabajo de l@s voluntari@s está aun más linda. 

En el Renacer de la Laguna evaluaron la presencia de Aedes aegypti. En los 4 relevamientos, utilizando métodos de sensores realizados hasta la fecha, no se han registrado la presencia de huevos o larvas, dando así un indicador más de la riqueza ambiental en cuanto a la presencia de controladores biológicos de vectores (Figura 15 y 16). En la figura 17 podemos ver a uno de los responsables en todo su esplendor.

Figura 17- Murciélago ceniciento (Lasiurus cinereus) fotografiado por Danny Zelener del COA Caburé en el Renacer de la laguna e identificado por Roberto Suárez del PCMA.

Para más información sobre Sitios importantes para la conservación de murciélagos: 

A modo de cierre...

Revaloricemos las áreas naturales, y si a los gobiernos realmente les preocupa la transmisión de enfermedades vectoriales, mejor que empiecen a actuar donde corresponde eliminando basurales, depósitos de chatarra y claramente conservando la naturaleza y la biodiversidad. Es más fácil tirar venenos (para nada efectivo), que tener una adecuada gestión para reducir la basura y generar campañas efectivas que involucren a la población. L@s polític@s están muy lejos de entenderlo por su falta de formación y su espíritu necrofílico. Si no, sólo basta ver el lobby que están haciendo polític@s y empresari@s para derogar la ley de bosques, camuflado bajo “encuentros para conciliar ecología y producción”. Claramente , la opinión de científic@s y ambientalistas no les interesa, aunque siempre va a surgir algún individuo u ONG coptad@s para avalar lo que sea.
https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/provincias-debaten-como-conciliar-ecologia-y-produccion.
Necesitamos más bosques, no menos. Por eso debemos defenderlos activamente; las reforestaciones (o compensaciones) no reemplazan al bosque perdido, y más allá de que pueden restaurar algunos de sus servicios ecosistémicos, tomaría siglos (o milenios) recuperar su biodiversidad (Liebsch y col. 2008).  
¡¡Tal vez sea necesario chamuyar menos y que l@s ciudadan@s lo exijamos más!! Tomemos como ejemplo las acciones de colectivos ambientalistas protegiendo reservas como el Área Natural Yrigoyen o las experiencias como las de la reserva universitaria el Renacer de la Laguna que pudo entender las cosas desde un enfoque más global. En este humilde aporte, dejo mi granito de arena con varios argumentos para que los municipios dejen de pasar la bordeadora sobre espacios públicos destruyendo la vida a su paso.

Y cada aporte puede parecer minúsculo, considerando que al momento en el que termino de escribir este artículo están ardiendo cientos de miles de hectáreas en la Amazonia, en África y en el Ártico (una catástrofe ambiental) (Figura 18). Pero justamente en estos momentos se necesita que seamos millones de personas realizando pequeños aportes para generar cambios reales, no dar un like en una red social, o tirar un residuo en el tacho de reciclaje, sino proteger activamente los espacios silvestres en las regiones donde estamos, mediante acciones directas frenando máquinas, acciones en la justicia, creación de nuevas áreas protegidas, educación ambiental, etc. No podemos perder un metro más de naturaleza, y por eso los colectivos ambientalistas son esenciales en esta tarea. Pensar globalmente, actuar localmente.


Figura 18. Mapa de calor en la Amazonia al día 21 de agosto de 2019.
https://noticias.eltiempo.es/satelites-de-la-nasa-muestran-como-arde-el-amazonas/

A no desmoralizarse, y seguir avanzando. Y como siempre dicen mis amig@s, ¡hasta la victoria siembren! 

Bibliografía

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