jueves, 27 de agosto de 2020

OGM - Transgénicos y otras yerbas (Parte 2)

OGM - Transgénicos y otras yerbas (Parte 2)


Por Alejandro Benatar


Este artículo continúa a partir de OGM - Transgénicos y otras yerbas (Parte 1), que presentaba los capítulos 1 al 5. Por eso la numeración de las figuras empieza desde la 27. 

Continúa a partir de:  https://jardin-nativo.blogspot.com/2020/08/transgenicos-y-biodiversidad-genetica.html


Capítulo 6

Mito 5. Sobre la seguridad de los transgénicos. 

1) Los cultivos transgénicos permiten aumentar la producción de alimentos y así paliar el hambre de la población

2)  Los  transgénicos permiten aumentar ganancias y los beneficios de los productores.

3) El aumento de la eficiencia en la producción de alimentos permite hacer un mejor uso de los recursos, disminuyendo la presión sobre suelos y la necesidad de deforestación

4) La siembra directa con utilización de transgénicos sirve para usar menos pesticidas y evitar la erosión del suelo.

5) Los transgénicos son seguros para el medioambiente y la salud

6) Las empresas generadoras del evento transgénico tienen derecho a cobrar regalías por la obtención del evento transgénico.


Para empezar a dilucidar este mito, primero debemos hacer una aclaración. Los OGM pueden tener montones de variantes, ya sea resistencia a agrotóxicos, resistencia a sequía, producción de toxinas como BT, resistencia a virus a través de ARN de interferencia, etc. Cada evento habría que analizarlo por separado dada su heterogeneidad. Sin embargo, un OGM no puede ser disociado de su característica diferencial. Es decir, si tenemos un cultivo resistente al gifosato y al 2-4D, por ejemplo, todos los ensayos para la aprobación de dicho evento deberían acumular evidencias y demostrar su seguridad antes de comercializarlas, y bajo las mismas condiciones de uso, con todos los agrotóxicos y adyuvates utilizados, los fertilizantes y todo tratamiento que se le haga. Hasta que esto no se demuestre, por el principio precautorio, ningún cultivo de este tipo debería ser aprobado. Y esto es importante, debido a que existen efectos sinérgicos entre diferentes sustancias, que pueden potenciar los efectos de cada uno de sus componentes. 


Salgamos un minuto del tema agroquímicos para explicar un concepto necesario. En toxicología existen diferentes efectos dependientes de la dosis y de la cantidad de veces que una persona está expuesta. Vamos a ver por ejemplo la intoxicación por arsénico, que es un elemento que se encuentra naturalmente en aguas de muchas zonas del país (Figura 27). La exposición aguda al arsénico (en varias de sus formas químicas) produce la muerte como fenómeno más grave, ¿pero qué pasa con las personas que se ven expuestas a bajas concentraciones de arsénico presentes en el agua a lo largo de su vida? Tienen lo que se denomina Hidroarsenismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Los signos y síntomas del HACRE son algunos de las siguientes (Red de Seguridad Alimentaria CONICET, 2018; MSAL, 2011) : 

  • Alteraciones en piel (hiperhidratosis, hiperqueratosis, hiperpigmentación, cáncer de piel)

  • Alteraciones hepáticas: hepatomegalia, fibrosis, cirrosis, hepatocarcinoma (cáncer).

  • Neuropatía que puede llegar a generar falta de sensibilidad y parálisis.

  • Abortos, teratogenicidad

  • Otros tipos de cáncer: vejiga, riñón, pulmón.

  • Anemia

Figura 27. Mapa del HACRE en Argentina. 


Mucha gente piensa que si algo no lo daña, entonces es porque es inocuo. Y este es un error de concepto, ya que muchas veces los efectos crónicos de la exposición a un determinado compuesto no son tenidos en cuenta, así como las sinergias entre compuestos, y los efectos de los adyuvantes (aquellas sustancias que no son el principio activo, pero que la ayudan a ejercer su efecto). Y muchas veces las publicidades ayudan a darnos una falsa idea de la inocuidad de sustancias altamente tóxicas. 

Vamos a hacer un ejercicio con un producto, que puede ser que mucha gente tenga en su casa, un insecticida de la “línea jardín”.



Figura 28. Publicidad que da una falsa idea de inocuidad. 


En la figura 28 podemos ver la publicidad de un insecticida sistémico a base de dimetoato, un insecticida organofosforado de supuestamente moderada toxicidad. Y en la publicidad ponen a dos nenas jugando con un perro, dando la sensación de “inocuidad” del producto. Es más, esa publicidad parece indicar que se lo pongamos a nuestros alimentos sin riesgo. ¿Y qué dice el prospecto?


Claramente es diferente a la imagen que muestra la publicidad. ¿Y ese envase concentrado, tiene 7,5 mg cada 100 ml (Volumen total de 60 ml), y la dosis de uso recomendada es de 6 ml por cada litro de agua. Según la guía de la subsecretaría de recursos hídricos de la nación titulada:  DESARROLLOS DE NIVELES GUIA NACIONALES DE CALIDAD DE AGUA AMBIENTE CORRESPONDIENTES A DIMETOATO (Diciembre 2003), el límite de este insecticida organosfosforado compatible con la protección de la biota acuática es de 6,4 µg/l, por lo cual cada litro de pesticida diluido contaminaría más de 70.000 litros de agua. Por lo tanto, los 60 ml de ese envase contaminan alrededor de 700.000 litros de agua.   


Cálculos: 

7,5g cada 100 cm3 = 7500 mg/100 cm3 = 75 mg/ml. La dosis recomendada es de 6 ml por litro de solución de uso, o sea 450 mg/litro de solución de uso, es decir 450.000 µg/l). y el frasco rinde para 10 litros de solución de uso. Llevando esos 450.000 µg de dimetoato en la solución, a un volumen final de 70.000 litros, obtendríamos una solución de concentración 6,4 µg/l, en el límite de la toxicidad crónica para la biota acuática. Si ese frasquito tiene 60 ml, significa que contamina 10 veces esa cantidad de agua, es decir 700.000 litros. Y este valor está calculado para un único pesticida, sin tener en cuenta efectos sinérgicos, y los demás contaminantes presentes en los cursos de agua. Imaginemos la cantidad de bidones que utiliza la agricultura industrial, de insecticidas, fungicidas, herbicidas. Estamos hablando de cerca de 400-500 millones de litros/Kg por año. 


Y con ese tipo de sustancias fumigan también durante su cultivo las frutas y las verduras no agroecológicas que se compran en muchas verdulerías y supermercados. Este pesticida además tiene efectos disruptores endócrinos, afectando la función tiroidea, la concentración de insulina en sangre, y disminuyendo la concentración de hormona luteinizante (LH)  sanguínea (Mnif y col. 2011). 


Cada vez que se aprueba un nuevo evento cultivo transgénico resistente a herbicidas, ya sea a una nueva sustancia, o con un grado mayor de resistencia a una ya existente, tenemos que considerar que es justamente para utilizar más herbicidas. Por eso a la hora de evaluar los efectos de los OGM, vamos a analizarlo como un par OGM-herbicidas, u OGM y lo que fuere. Hace poco la empresa Bioceres presentó un trigo resistente a sequía, sin embargo, junto con esta, está la resistencia a glufosinato de amonio (o sea, hay que evaluar su toxicidad junto con la de este agrotóxico, si no, es metodológicamente incorrecto). 

https://www.infocampo.com.ar/bioceres-presento-el-primer-trigo-transgenico-de-la-argentina-resistente-a-sequias-y-a-prominens/


Hechas las aclaraciones, podemos empezar a hablar de si los OGM (junto con los 400-500 millones de litros-Kg por año, aplicados mediante fumigación terrestre o aérea y sus correspondientes derivas) son seguros o no. 

En el centro de investigaciones del medioambiente analizaron la toxicidad del glifosato y otros agrotóxicos sobre poblaciones de pejerrey (Odontesthes bonariensis) y madrecita (Cnesterodon decemmaculatus), en un estudio de campo en dos lotes de Arrecifes y La Plata, que se sometieron al régimen habitual de aplicaciones, que en la metodología describen de la siguiente manera: 

El manejo de agroquímicos durante el período estudiado consistió en tres aplicaciones de plaguicidas en cada ciclo de cultivo. Una aplicación preemergente de glifosato (Roundup), luego una aplicación de una mezcla de glifosato (Roundup) y cipermetrina (Sherpa) en la etapa que la plántula adquiría sus primeras hojas (V2) y finalmente una aplicación de una mezcla de glifosato (Roundup), cipermetrina (Sherpa) y clorpirifos (Lorsban ó Shooter ) ó endosulfán (Thionex), dependiendo el caso, cuando la planta desarrolla la vaina y los granos (R5-R6) y el número de chinches por planta lo indicaba necesario.

Las dosis de aplicación utilizadas por hectárea fueron 1000-2000 g de glifosato, 100-150 ml del formulado Sherpa (25 mg de cipermetrina p.a./ml), 800-1000 ml del formulado de clorpirifos (48 mg de clorpirifos p.a./ml), 700 ml de Thionex (35 mg de endosulfán p.a./ml). Las aplicaciones se realizaron con medios terrestres a excepción de la aplicación de la mezcla de formulados de glifosato, cipermetrina y endosulfan que fue realizada por avión(Carriquiriborde en Camino y Aparicio, 2010).

¡¡Me sorprende la cantidad de pesticidas que se aplican!!

Los autores observaron claros descensos de la supervivencia, y un marcado aumento de la mortalidad cuando se aplicó la mezcla de glifosato, cipermetrina y clorpirifos, así como de la aplicación aérea de glifosato, cipermetrina y endosulfán que pudo ser claramente relacionado con el evento de fumigación. Acá es importante tener en cuenta el efecto sinérgico, ya que probablemente de haberse estudiado cada agrotóxico por separado,  habrían pasado por alto el efecto devastador que tiene la conjunción de todos esos principios activos. Este ensayo fue de toxicidad aguda, y no se excluyen efectos crónicos de cada una de las sustancias por separado. 


Un estudio emblemático sobre la toxicidad del glifosato fue el trabajo del grupo de Andrés Carrasco, investigando el efecto de glifosato y de la mezcla de herbicidas comercial (glifosato+adyuvantes) sobre embriones de la rana africana Xenopus laevis y sobre embriones de pollo. Sus resultados demostraron que esta sustancia tenía efectos teratogénicos (es decir que causan alteraciones durante el desarrollo fetal), probablemente por alterar la vía del ácido retinoico (Paganelli y col. 2010). 


Paréntesis catártico sobre el rol de la ciencia.

Y acá me interesa hacer un paréntesis, ya que existe un movimiento anticientífico tendiente a comprar cualquier conspiranoia que haya dando vueltas. Trabajos como el de Carrasco, y el de much@s otr@s científic@s comprometid@s (pueden mirar la extensa bibliografía al final de este artículo con montones de miradas críticas sobre el agronegocio) se hicieron dentro de lo que es el sistema científico, y en el caso de Carrasco dentro de lo que es el CONICET, organismo del que fue presidente entre 2.000 y 2.001, durante el gobierno del neoliberal Fernando de la Rúa. 

Esos comentarios acerca de la corporación científica, como si la ciencia digna fueran excepciones son una falta de respeto a montones de becarios, profesionales, técnic@s, investigadores, que a pesar de la falta de recursos, y de la precarización, ponemos el hombro para intentar construir una ciencia de calidad. No es que no haya trabajos que den cuenta de los efectos del agronegocio y otros tipos de extractivismo, de hecho, hace un montón de páginas que venimos viendo datos obtenidos a partir de este tipo de estudios. ¿Son todas excepciones? ¿O tal vez caímos en el facilismo de decir que la ciencia es mercenaria y ligada al agronegocio para no tener que argumentar? Claro que el agronegocio se vale de la ciencia y la tecnología para lograr sus objetivos, y que hay científic@s que investigan con gusto para profundizar este modelo. Críticas hay muchísimas, pero de ahí a pensar que la ciencia está compuesta por una masa homogénea de gente que actúa al unísono como corporación es hasta ingenuo. Y en el caso de que así fuere, ¿eso invalida todos los trabajos científicos? ¿Es una conspiración mundial? Diría más bien que es una visión extremadamente simplificada, y caemos en la eterna falacia de la mirada binaria. Así como existe la mirada de much@s científic@s (sobre todo dentro de la tecno-ciencia) de que la ciencia y la tecnología son neutrales, y sus consecuencias necesariamente benéficas y generadoras de progreso, existen corrientes críticas que las enmarcan dentro de la sociedad, como cuerpos socialmente construidos, dentro de su contexto histórico, cultural, y sujeto a controversias (Folguera y col. 2014). 

También encontramos esa postura ingenua (y opuesta) de que los problemas generados por la tecnología se resuelven con más tecnología del estilo “generemos OGM más eficientes para alimentar al mundo hambreado, más allá de que los OGM no hayan servido para el propósito que se generaron” (una especie de terraplanismo científico). Pero terminan cayendo en la misma lógica infantil, que quienes del otro lado consideran a la ciencia como necesariamente negativa, y parte de una conspiración, ajena a la sociedad (como si el extractivismo hubiera empezado con los primeros transgénicos).

Los organismos de ciencia, como cualquier órgano gubernamental, que depende de los fondos del estado está inmerso dentro de las políticas llevadas adelante por los gobiernos, que dicho sea de paso abrazaron y siguen abrazando el modelo extractivista de agricultura industrial, sin embargo, tampoco olvidemos que en las elecciones las opciones extractivistas son las que sacan más votos por lejos… Y eso claramente excede al sistema científico, así como también lo excede el contexto social de desigualdad que sirve de justificación en muchos sectores a la política extractivista.   


Sectores de la ciencia vienen advirtiendo desde hace décadas sobre temas como el calentamiento global, la deforestación, el agronegocio. ¿Qué hacemos, negamos la ciencia como hacen los gobiernos autoritarios (Trump, Bolsonaro, etc.) para no abordar el tema, o empezamos a elevar el nivel de los debates con información de calidad? Hoy con internet el problema no es el acceso a la información, sino el sobre-bombardeo con información falopa sin el debido respaldo, y sin ningún tipo de metodología, como la que da lugar al movimiento antivacunas, o a quienes promueven tomar desinfectantes sin probar su eficacia como el dióxido de cloro (o equivalentes). Tenemos una capacidad de acceso a la información como nunca en la historia. El conocimiento es una herramienta que permite decidir, hagamos un buen uso de él para defender causas justas.

Los argumentos sin el debido respaldo, terminan invalidando muchas causas, y desviando la mirada sobre la magnitud de muchos problemas, en este caso el agronegocio. Tenemos que ser riguros@s, y desterrar ese tipo de argumentos de baja calidad. Despertemos el espíritu crítico, que la ciencia viene alertando de las consecuencias del agronegocio y de la destrucción del medioambiente. No utilizar los trabajos existentes es una pérdida de tiempo y una mala idea. 


Volvamos a los agrotóxicos

Continuemos con el efecto de los agroquímicos sobre la salud y el ambiente, y en este caso con su producto estrella, el glifosato. Existe evidencia de que las propiedades quelantes de este compuesto podrían potenciar sus efectos tóxicos. Incluso algunas fórmulas comerciales contienen isorpropilamina como contracatión, que también tiene propiedades quelantes (Mertens y col. 2018). Un quelante es una sustancia capaz de formar complejos con metales, ya sean insolubles como los complejos de glifosato con Ca y Mg, entre otros,  o solubles con otros metales. Mediante esta propiedad, el glifosato es capaz de movilizar metales pesados por lixiviación. En suelos altamente contaminados, la fumigación con glifosato aumentó las concentraciones de Cu, Zn, Al, Ni, Si y As (Barret y Mc Bride, 2006). Hay una falacia repetida frecuentemente que es que el glifosato se degrada rápidamente y que por tal motivo no persiste en el ambiente, pero diversos trabajos han desmentido esta afirmación. Científic@s alemanes hicieron un trabajo de revisión sobre las propiedades quelantes del glifosato, y según la bibliografía analizada, la vida media  (es decir el tiempo en el que se degrada la mitad de la sustancia aplicada) del glifosato, puede ser de 300 a 428 días, aunque, en situaciones particulares de climas fríos, puede encontrarse el 19% del glifosato aplicado y del 48% del AMPA metabolizado por más de 20 meses (Mertens y col. 2018). Cuhra, en otro trabajo de revisión encontró que residuos de glifosato y AMPA se mantienen  en alimentos por meses, sobre todo en aquellos que tienen alto contenido de almidón (Cuhra, 2015). El Codex Alimentarius de la FAO, establece recomendaciones de límites de residuos de glifosato en cultivos que van desde los 0,05 para carne y leche, hasta los 500 mg/Kg para determinados productos como alfalfa y piensos. Para la paja y forraje de trigo y de centeno acepta 300 mg/Kg y 400 mg/Kg (aclaro que son concentraciones mucho mayores que las testeadas por Carrasco para evaluar la teratogenicidad en embriones, si bien es difícil establecer la correlación entre un residuo en sólidos y la concentración en un experimento de embriología).http://www.fao.org/fao-who-codexalimentarius/codex-texts/dbs/pestres/pesticide-detail/es/?p_id=158

Para nuestro país, los límites máximos de residuos de glifosato están entre 0,1 mg/Kg para frutas y semillas, hasta 50 mg/Kg para forrajes (Resolución 507/2008 de la secretaría de agricultura ganadería y pesca), pero al margen de la regulación, estos límites no se cumplen  (Figura 29). Desconozco si estos límites están basados en evidencia científica, pero Cuhra describe que en Europa, EEUU y otros países, los límites de residuos se elevaron para la soja con el lanzamiento al mercado de nuevas variedades tolerantes (es decir se aceptó que los cultivos tengan mayor cantidad de residuos de glifosato). Todo parece indicar que están más influidos por el lobby de las empresas biotecnológicas que derivadas en criterios científicos. 

Y en este mismo sentido, para la aprobación del uso de un OGM debe demostrarse que es equivalente con el cultivo del que deriva. La autora, en el mismo trabajo del párrafo anterior, analiza 30 trabajos entre 1995 y 2015, que postulan equivalencia entre OGMs tolerantes al glifosato y su cultivo del que derivan. Sólo el 53% de estos estudios utilizaba glifosato durante los cultivos de los OGM tolerantes, siendo un error metodológico importante ya que las variedades a testear deberían cultivarse bajo el mismo régimen de agroquímicos que van a tener cuando se cultiven en campo. Y sólo uno de esos trabajos (1 de 30) evalúa el nivel de residuos de glifosato final en el material cosechado (Cuhra, 2015). 


Figura 29. Residuos de glifosato y AMPA en sojas tolerantes en el estado de Iowa, EEUU y en la Provincia de Salta. El límite máximo por resolución ministerial 507/2008 para residuos de glifosato+metabolitos totales (incluído AMPA) en soja para Argentina es de 20 mg/Kg. Gráfico tomado de Cuhra, 2015. De 11 muestras analizadas 7 estaban por encima de ese límite.


Estamos subestimado el problema

Ante la pregunta acerca de la toxicidad del glifosato, hay dos hechos que debemos tener en cuenta. La primera es que los herbicidas a base de glifosato, no están compuestos sólo de esta sustancia, a la que llamaremos principio activo, sino que además hay “sustancias inertes” o adyuvantes. Estas sustancias son importantes en el mecanismo de acción, ya que ayudan al principio activo a ejercer su función, por ejemplo los surfactantes cuyo objetivo es mejorar la penetrabilidad del producto, pero también hay espesantes, estabilizantes, etc.  Por ejemplo en el caso del herbicida a base de glifosato Roundup GT+, el herbicida completo era 125 veces más tóxico que el glifosato solo (Mesnage y col. 2014). Rresultados similares obtuvieron Martini y col. 2016. Otros trabajos, también encontraron un aumento de la toxicidad con estas sustancias, que está lejos de ser inertes, y a veces son aún más tóxicas que el propio principio activo, como por ejemplo el surfactante etoxilado POE-15, que es responsable de varios efectos tóxicos en células humanas (Mesnage y col. 2013). Como estos adyuvantes son asumidos como inertes, la mayoría de las veces no se tienen en cuenta a la hora de testear los efectos de los herbicidas (se testea el principio activo solo, muchas veces en informes elaborados por las propias compañías interesadas en la aprobación de los mismos) (Antoniou y col. 2012). 

Y el segundo hecho es el ya comentado efecto de sinergia. Si un agrotóxico como el glifosato se utiliza combinado con otros herbicidas, insecticidas, fungicidas, que además tienen sus propios adyuvantes “inertes”, los tests de toxicidad al probar un solo agrotóxico pueden arrojar valores que subestimen la toxicidad real de toda esa “mezcla”. Entonces ahí deberíamos basarnos mejor en estudios de campo, o directamente en efectos epidemiológicos de la población. 

Los herbicidas a base de glifosato son sin lugar a dudas nocivos para la salud. La Agencia Internacional para la investigación en cáncer clasificó  al glifosato como grupo IIa, probable carcinogénico para humanos (IARC, 2015). Naturaleza de Derechos publicó en 2020 la quinta edición de la Antología toxicológica del glifosato. En esta recopilación, figuran los títulos, y los enlaces a más de 1.100 trabajos científicos, ya sea artículos en revistas internacionales, presentaciones a congresos e informes, que dan cuenta de los efectos de este herbicida y de algunos de sus adyuvantes sobre la salud, ya sea alteraciones reproductivas, daños a nivel genético, efectos carcinogénicos, parkinsonismo, efectos teratogénicos, y su papel como disruptor endócrino. Entre estos 1.100 trabajos, algunos analizan los efectos de este agrotóxico sobre sistema inmune, sistema digestivo, sistema nervioso, renal, cardiovascular, así como sobre la biodiversidad y el ambiente (Rossi y Cabaleiro, 2020).

Felicitaciones por semejante laburo, más de 1.100 trabajos describiendo los efectos nocivos de agrotóxicos a base de glifosato, realizados por esos mismos científic@s que los anticientífic@s consideran mercenari@s. Eso no quiere decir que no existan inescrupulos@s trabajando para las compañías, como en todos los órdenes de la vida. Mc Henry analiza en un artículo el caso de los Monsanto Papers, en el que a partir de juicios contra la empresa se desclasificaron documentos en los que se mencionaban prácticas fraudulentas como la publicación de artículos con autoría fantasma (ghostwritting), es decir reportes escritos por la compañía en el que le pagaban a científic@s para que pusieran su nombre. También casos de lobby sobre organizaciones científicas, y filtración de manuscritos por parte de editores de revistas durante el proceso revisión por pares porque tenía evidencia contraria a los intereses de la empresa (Mc Henry, 2018).

Así como se usa glifosato, de comprobados efectos sobre la salud, se utilizan otras sustancias, tanto o más tóxicas, y en el caso de que se prohibiera el glifosato, las compañías agrotecnológicas tienen múltiples candidatos para reemplazarlos, porque el problema es el sistema de agricultura industrial basada en la utilización de agrotóxicos y paquetes tecnológicos de OGM, donde la vida y la naturaleza no importan, y donde la muerte viene en mosquitos y aviones fumigadores. 

Capítulo 7. 

Médicos de pueblos fumigados

En estas últimas décadas, los pueblos de campo se fueron convirtiendo cada vez más en pueblos fumigados. En este sentido, l@s productores agropecuari@s no respetan ni siquiera a sus familias, ni sus vecin@s a quienes contaminan y fumigan por tierra y aire cada vez más cerca de los pueblos. Lo peor de todo es que hacen lobby para eliminar las leyes de protección que impiden las fumigaciones cerca del égido urbano. Allá por el año 2010 tenía lugar el primer encuentro de médicos de pueblos fumigados en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba. En este primer encuentro, los profesionales remarcaron las observaciones del aumento de casos de malformaciones en recién nacid@s y abortos espontáneos en sus respectivas poblaciones. También manifestaron  que existía un aumento de casos de distintos tipos de cáncer en niñ@s y adultos, y enfermedades como púrpuras, hepatopatías tóxicas y trastornos neurológicos. 

Un grupo de geógrafos de la UNC, documentaba la problemática de 12 millones de Argentin@s que para ese entonces recibía 300 millones de litros agrotóxicos sobre sus casas, escuelas, parques, fuentes de agua, predios deportivos, lugares de trabajo: sobre sus vidas. El documento final sugería la prohibición de las fumigaciones aéreas en todo el país y limitar las fumigaciones terrestres a por lo menos 1.000 metros de áreas pobladas, y la prohibición total de los venenos de clases Ia y Ib (Ávila Vázquez y Nota, 2010).

A partir de este encuentro surgió la Red Universitaria de Ambiente y Salud (Reduas), que nuclea a profesionales de la salud, académic@s y científic@s, entre otr@s, preocupad@s por los efectos de los agrotóxicos. En un artículo de 2013, El ingeniero Químico Marcos Tomasoni explica los efectos de lo que comunmente se llama deriva, que es el fenómeno de movimientos de plaguicidas y sus vapores fuera del blanco. La deriva producida durante la aplicación se llama deriva primaria. Hay variables que afectan las derivas, que pueden ser incluso del 90% del producto aplicado (o sea, que sólo el 10% alcanza efectivamente su blanco). Entre estas variables están la velocidad de los vientos (si son altas o bajas no se puede fumigar), humedad relativa, temperatura ambiente, radiación solar, etc. Surfactantes y antiderivantes se usan para disminuir la deriva, pero recordemos que pueden aumentar la toxicidad del agroquímico (Tomasoni, 2013). 

Y sigue explicando Tomasoni que existen tres tipos de deriva: 

1) deriva primaria, aquella que se produce al momento de la pulverización;

2) deriva secundaria, la que se genera en las horas siguientes a la aplicación;

3) deriva terciaria, la que puede producirse semanas, meses o años después de la aplicación.


Para la deriva secundaria se forman nubes químicas sobre el campo por un efecto de la revolatilización y se van dispersando, pero para la deriva terciaria los plaguicidas se elevan hasta las diferentes capas de la atmósfera y por movimientos, y transportes pueden llegar a generar deriva en el lapso de semanas, meses o hasta años después del momento de aplicación. Ni hablar si existen fenómenos de adsorción a partículas de polvo, sedimentos, etc., en ese caso pueden moverse enormes distancias, incluso de kilómetros. 


En el año 2.018 un grupo encabezado por el Médico Medardo Ávila Vázquez, y conformado por profesionales de la salud, de otras disciplinas y vecin@s autoconvocad@s presentó un estudio epidemiológico sobre casos de cáncer en la localidad de Canals, Córdoba. En este pueblo fumigado, de 10.000 habitantes, se encontró que la mortalidad por cáncer para el período comprendido entre el 1° de abril de 2.017 y el 31 de marzo de 2.018 fue de 610/100.000 habitantes, contra 115/100.000 para Argentina en el mismo período. El 55% de las muertes de ese año en Canals fueron por cáncer, contra el 18,8% a nivel nacional y 17,3% en Córdoba Capital(Figura 30 y 31). El riesgo de morir por cáncer en la Ciudad de Canals es al menos 3 veces mayor que en la Ciudad de Córdoba (Riesgo Relativo: 3.17 Intervalo de Confianza de 95%: 2,66 a 3.77) (Garay y col. 2018).


Figura 30. Muertes según su causa en Canals. Tomado de Garay y col. 2018.

Figura 31. Muertes según su causa en Argentina. Tomado de Garay y col. 2018.


En 2009, se creó por Ley 6.573 la comisión investigadora de Contaminantes en agua de Chaco, para investigar los impactos a la salud de las fumigaciones sobre vecin@s de la Leonesa-Las Palmas. En su primer informe publicaba los datos del incremento de casos de malformaciones al nacer entre 1997 y 2009. Sobre un total de nacimientos cercano a los 22.000 observaron en 1997-98 46 malformaciones (19,1 cada 10.000 nacimientos);  2001/2002 60 malformaciones (28,1 por 10.000); 2008/2009 186 malformaciones (85,3 por 10.000). El informe completo puede leerse en http://redaf.org.ar/informe-de-comision-investigadora-de-contaminantes-del-agua-de-la-provincia-de-chaco/.

En el estudio participaron el Ministerio de salud Pública a través del Hospital Perrando y otros hospitales, la Universidad Nacional del Nordeste, la administración Provincial del agua, el ministerio de salud de la Nación y el ministerio de la producción. Luego de este informe, Jorge Capitanich desactivó la comisión (Aranda, 2015). Evidentemente no le gustaron los resultados, que reflejaban la realidad de su provincia. Como ven el ocultamiento no fue científico, sino político. 


Un estudio del año 2019 detectó un aumento de daño genético en aplicadores de agrotóxicos de la Provincia de Córdoba. Las sustancias que habitualmente utilizaban eran  generalmente pesticidas a base de glifosato, cipermetrina y clorpirifos. En el estudio se evaluaron aberraciones cromosómicas, micronúcleos y ensayo del cometa (Aiassa y col. 2019). En muchos casos los trabajadores no utilizaban elementos de protección, en otros sí. Imaginemos qué les puede pasar a alumn@s de escuelas que se ven expuest@s a las fumigaciones varias veces por mes durante el ciclo lectivo (la exposición es distinta, pero claramente genera efectos adversos en su salud).


El médico Damián Verzeñassi, realizó los llamados campamentos sanitarios como práctica final de la carrera de medicina de la Universidad de Rosario. En la página de la facultad lo describen de la siguiente manera: 

“El Campamento Sanitario del ciclo de Práctica Final de la Carrera de Medicina de la UNR, fue concebido como una herramienta de de evaluación y aprendizaje para el estudiante de ese ciclo, así como política de construcción de saberes acerca de Salud, elaboración de perfiles de morbi-mortalidad y de propuestas de organización de políticas públicas en Salud a partir del vínculo con la comunidad que establezcan los estudiantes y docentes de la Facultad.”

En estas prácticas encontraron en algunas de las distintas localidades por ejemplo, aumentos de casos de abortos y malformaciones, así como un aumento de casos de cáncer. El propio Verzeñassi publicaba lo siguiente: 

Según datos oficiales, encontramos que en el año 2012, la tasa nacional anual de incidencia de cáncer fue de 217 por 100 mil habitantes (con un rango esperado entre 172.3-242.9/100 mil habitantes) y, para el mismo año, según las referencias de los vecinos entrevistados, la tasa de incidencia anual promedio de cáncer en las localidades donde se realizó el Campamento Sanitario (teniendo en cuenta las localidades visitadas desde el 2013) es de 397.4/100 mil habitantes, es decir, 1.83 más que el promedio nacional y 1.63 más alto que el máximo esperado para nuestro país(Verzeñassi, 2019).

La cercanía de campos fumigados era una realidad común a buena parte de estas poblaciones. Los campamentos se realizaron durante más de 30 años de forma ininterrumpida. Sin embargo, la publicación de los resutados parece que molestó a algun@s mafios@s, y por eso hubo hostigamientos institucionales hacia Verzeñassi con el encadenamiento de las oficinas donde guardaban los resultados.

https://entreriosahora.com/que-se-pierde-con-el-freno-al-trabajo-de-los-campamentos-sanitarios/

https://www.eduambientales.net/cerro-campamento-sanitario-mas-importante-confirmo-perfil-epidemiologico-relevamiento-estudiantes-medicina-la-unr-se-realizo-san-antonio-areco-fue-la-primera-vez-se/


En el marco del tercer congreso de pueblos fumigados, en 2.015 Reduas publicaba un informe, en el que se destaca la siguiente imagen muy gráfica, en la que se ven las zonas donde se cultiva soja, y las muertes anuales de cáncer cada 100.000 habitantes (Figura 32).



Figura 32. Tomado de Reduas. La explicación del gráfico está de más por su extrema claridad. http://reduas.com.ar/congreso-nacional-de-medicos-de-pueblos-fumigados/

¿Queremos Fumigar? ¿Tod@s somos el campo?


En año 2.002, las madres del barrio Ituzaingó Anexo, en la Provincia de Córdoba iniciaban una titánica lucha contra las fumigaciones en su barrio, que terminó con la primera condena del productor agropecuario Francisco Parra y del aeroaplicador Edgardo Pancello a 3 años de prisión en suspenso, que si bien no fue de prisión efectiva, el fallo fue ejemplar. Además condenaron a los acusados a trabajos comunitarios e inhabilitaciones para fumigar. Los análisis de sangre de los residentes, presentaban concentraciones detectables de DDT, Dieldrin, endosulfán, clordano, 2,4-DB, HCH y clorpirifos (Souza Casadinho, 2019). Lo interesante del fallo radica en que la peligrosidad de los residuos hacen a las fumigaciones condenables, por su potencialidad, sin necesidad de demostrar causalidad directa en este caso particular. 

Medardo Ávila remarcaba lo sigueinte:
“Además destaca que,  se trata de un “delito de peligro”, que “no exige que afecte a la salud, sino que posiblemente la  afecte. Debe tratarse de residuo que antes de entrar en contacto con el elemento receptor ambiental, posea componentes que lo tornan peligroso para la salud de organismos vivos, lo que ha quedado fehacientemente demostrado con la prueba valorada en la parte pertinente de este pronunciamiento”.
http://reduas.com.ar/caso-ituzaingo-anexo-las-razones-de-las-fumigaciones-delictivas/

Esta condena fue en 2012 y con apelaciones quedó efectiva en 2017. Sin embargo, no fue el único hecho delictivo de estas personas, y fueron denunciados nuevamente por fumigaciones que tuvieron lugar entre los hechos de 2001 y el inicio del juicio en 2.008. Así nació la causa madre del barrio Ituzaingó Anexo. Lamentablemente los jueces en este caso consideraron a esas otras fumigaciones como continuidad de las de 2001 y los sobreseyeron en esta nueva causa por el principio que dice que no se puede juzgar a una persona dos veces por el mismo delito. En realidad no es el mismo delito, sino que fueron otras fumigaciones, que además afectaron a otras personas. Por ese fallo los responsables sólo tuvieron la condena del caso inicial, y no se amplió.

https://www.analisisdigital.com.ar/judiciales/2020/07/07/despues-de-16-anos-un-productor-de-cordoba-fue-sobreseido-en-una-causa-por


En 2018, el poder ejecutivo de Entre Ríos firmó el decreto 4407 que reducía los límites para las fumigaciones terrestres y aéreas a 100 y 500 metros respectivamente de escuelas rurales. Previamente un fallo previo de la Sala Penal ll del juez Oscar Benedetto, había establecido los límites en 1.000 y 3.000 respectivamente, y el tribunal superior de justicia lo ratificó y anuló el decreto. https://www.unoentrerios.com.ar/la-provincia/la-justicia-dejo-efecto-el-decreto-que-disminuia-las-distancias-fumigar-agrotoxicos-n1750580.html

L@s productores agropecuarios en Crespo, indignad@s por no poder fumigar sobre las escuelas rurales, se movilizaron para pedir que anularan ese fallo. A veces aparecen estos personajes que ni un guionista imaginaría como villanos para una película distópica.

https://www.eldiario.com.ar/33391-los-productores-se-movilizaran-por-el-fallo-de-las-fumigaciones/

Pero luego, en el año 2019 el poder ejecutivo se vio obligado por presión popular y por el fallo, a reglamentar una nueva ley de plaguicidas 6.599 y establecer zonas de protección para las escuelas rurales. En los primeros 100 y 500 metros de radio del centro de la escuela no se puede aplicar ningún tipo de agroquímicos de forma terrestre y aérea respectivamente (área de exclusión). Y establece un área de restricción de 500 y 3.000 metros a partir del área de exclusión para aplicaciones terrestres y aéreas, en la que no pueden aplicarse productos clasificación SENASA Ia, Ib y II, pero sí productos III y IV (como el glifosato). Toda aplicación debe ser notificada 48 horas antes, y las aplicaciones deben hacerse según las “buenas prácticas”. Parece una norma bastante afín a los intereses del agronegocio, de todas formas, ya que permite fumigar con sustancias III y IV a distancias muy cercanas a las escuelas.  


Sin embargo, en esta historia, también hay héroes y heroínas, y en septiembre de 2019, la abogada Sabrina Ortiz logró un fallo histórico al proteger a Pergamino de las fumigaciones,  en todo el éjido urbano, y en un radio de 1.095 metros adicionales para fumigaciones terrestres, y de 3.000 adicionales para fumigaciones aéreas con todo tipo de sustancias, que se suma a una histórica serie de fallos que lograron en otros tantos puntos de la Provincia y el país. Fue muy importante para esta sentencia haber logrado demostrar los daños genéticos producidos por los agrotóxicos. 

http://www.naturalezadederechos.org/pergamino01.htm


Javier Souza Casadinho elaboró una publicación que describe el problema de los pesticidas en la Argentina. En nuestro país se utilizan 123 plaguicidas considerados altamente peligrosos, tanto en agricultura intensiva, extensiva, líneas jardín, uso veterinario, uso forestal y en campañas sanitarias. De estos, 73 pesticidas son considerados como altamente o moderadamente peligrosos, pero evaluados a través de ensayos de toxicidad aguda (Souza Casadinho, 2019). Es decir que no se consideran efectos crónicos ni sinérgicos. En el mismo artículo menciona 25 sustancias letales por inhalación, a veces aplicados de forma manual. 47 de ellos tienen elevada toxicidad para abejas, 11 son muy tóxicos para la vida acuática, y 7 están sometidos al tratado internacional de Roterdam y requieren autorizaciones especiales para su importación debido a su elevada toxicidad y a que están prohibidos en muchos países. 10 se consideran extremadamente bioacumulables. Algunos de los pesticidas altamente peligrosos son considerados por el SENASA como de “baja toxicidad” o que “no representan peligro”, por ejemplo categoría IV. Hay 107 productos autorizados en Argentina, pero no autorizados en otros países, de los cuáles 73 son considerados como altamente peligrosos por PAN Internacional (Red de acción de plaguicidas), y 36 por por el grupo de expertos de la ONU/FAO (Souza Casadinho, 2019). 


Consideremos que ese tipo de sustancias son las que se utilizan en las fumigaciones, y que l@s productores quieren que se puedan tirar sobre las escuelas. También tenemos el caso de inescrupulos@s que venden los bidones de agroquímicos para que poblaciones rurales busquen agua. Al respecto, María del Carmen Seveso describe la siguiente situación en Chaco:

“La mitad de su población no cuenta con agua de ningún tipo (no hablar de agua potable). Si logran colectar algo de este elemento, con mucha frecuencia a la poca calidad del mismo se agrega contaminación de los pozos o reservorios, por agrotóxicos de fumigaciones aéreas y/o terrestres. Utilizan bidones vacíos de agroquímicos para guardar el agua. No quieren correr riesgos ni envenenarse, es lo único que tienen” (Seveso, 2014).

 

La generalización del modelo, el plato fumigado. 


Creo que ya quedó claro, que el modelo de OGM dependiente de paquetes tecnológicos no es seguro para la salud ni para el ambiente, pero el modelo de negar el efecto de los agrotóxicos, y llamarlos “fitosanitarios” tiene otras consecuencias, que es la de dar una sensación de inocuidad.

Por suerte, las frutas y verduras que comemos no tienen tóxicos, ¿no? Esa premisa sólo es cierta si consumimos productos agroecológicos, u orgánicos, para la mayoría de las frutas y verduras que se encuentran en supermercados y en muchas verdulerías la forma de cultivo es con cantidades enormes de agrotóxicos. 

En el año 2.017, Naturaleza de Derechos tuvo acceso a datos del SENASA entre 2011-2013 y 2014-2016, que no fueron publicados por el organismos y que le fueron otorgados a la ONG en abril de 2017 ante un requerimiento formal. En base a ese informe, elaboró el Vademecum Toxicológico Alimentario Argentino (VATOXA) y el informe “El Plato Fumigado”. Sólo en 4 alimentos no encontraron concentraciones detectables de agroquímicos: almendras, yerba, batatas y zapallo. En el resto sí, y en un número considerable de muestras tenía residuos: para el limón 94% de las muestras testeadas, manzana 86%, tomate 44%, rúcula 42. 

Si vamos en cambio a la cantidad de agrotóxicos que se encontraron por producto, la primera es la manzana, en la que se encontraron 25 pesticidas diferentes, seguida de la acelga, espinaca, mandarina, lechuga y pomelo con 23, y así sucesivamente.  (Figura 33 y 34) (Cabaleiro, 2018a y b).


Figura 33. Número de pesticidas por producto. Tomada de Cabaleiro 2018 a. 

Figura 34. Frecuencia de cada pesticida por productos. Tomada de Cabaleiro, 2018 a. Podríamos inventar el término “toxi-diversidad”.


El modelo basado en pesticidas tiene su correlato en el día a día en lo que la mayoría de l@s argentin@s consumen. Por más que el directorio del INTA quiera llamarlos “fitosanitarios”, no dejan de ser venenos. Si el día de mañana adoptara el término, “sustancias maravillosas y bonitas”, tampoco dejarían de ser agrotóxicos. 


Ambiente

En este aspecto hablamos en secciones anteriores de los OGM dependientes de agrotóxicos, y más que nada de los efectos de su complementario, la mezcla de pesticidas con sus fenómenos de bioacumulación, arrastre de metales pesados, y los efectos de la deforestación sobre la biodiversidad. De los pesticidas utilizados buena parte son tóxicos para abejas y otros polinizadores, para anfibios, para la biota acuática y para aves.

Además, la utilización de agroquímicos para controlar plagas, genera el desequilibrio de las poblaciones de predadores, que obligan a usar concentraciones crecientes de estos venenos. Existe una enorme evidencia acumulada de casos en los que las fumigaciones aumentaron el número de individuos de una población considerada plaga. En este sentido, Pisa y col. (2014), escribieron un trabajo de revisión en el que analizan el efecto de neonicotinoides (marketineados como insecticidas más “amigables con el medioambiente”) sobre diferentes poblaciones no blanco. Los efectos son terribles, e implican la disminución de la biodiversidad en general, y efectos nocivos sobre especies benéficas para los humanos como abejas y lombrices, así como un enorme impacto en predadores de las especies blanco. Ejemplos de esto son la disminución de avispas parasitoides, predadores como Crisoppa spp., coccinélidos (ej: vaquitas de san antonio), entre otros.

Los efectos sobre abejas sinergizan con los de fungicidas, generando una toxicidad superior. Incluso, los neonicotinoides afectarían no sólo a las colmenas de abejas europeas (Apis mellifera), sino también podrían afectar a especies de abejas autóctonas como abejorros del género Bombus sp. (el género presenta especies exóticas y autóctonas en nuestro país), de mayor importancia ecológica que Apis mellifera (Pisa y col. 2014). Especies de insectos silvestres son polinizadores muchísimo más importantes a nivel ecosistémico que las abejas melíferas, y son más sensibles a los pesticidas (Chagnon y col. 2015). Continuando con el efecto de los neonicotinoides, un estudio reciente demostró que concentraciones subletales de imidacloprid presentes en semillas tenía efectos negativos sobre la ganancia de peso del ave Zonotrichia leucophrys, y retrasaba en varios días las partidas migratorias de esta especie. Sólo 4 semillas con este insecticida, u 8 con el organofosforado clorpirifos por día alcanzaban para la intoxicación de esta especie de ave (Eng y col. 2017 y 2019). Estos pesticidas son responsables de la declinación de varias especies de aves, debido a su altísima vida media de más de 1.000 días, su acumulación en suelo, agua, y su bioacumulación en plantas y cadenas tróficas (Goulson, 2014).

En Holanda, imidacloprid en aguas superficiales a bajas concentraciones, del orden de los 20 nanogramos/litro (20 veces la milmillonésima parte de un gramo por litro de agua), es responsable de la pérdida del 3,5% de las aves por año. Las formas de consumo por parte de las aves son a través del imidacloprid presente en la cobertura de las semillas, o a través del consumo de insectos envenenados por este pesticida (Hallman y col. 2014).


Los efectos de los agrotóxicos pueden tener consecuencias más difíciles de analizar. Andrade y col. 2016, realizaron experimentos en condiciones de laboratorio, en las que analizaban el efecto de mezclas de glifosato y cipermetrina sobre el plancton. Observaron que el mismo se veía alterado respecto de la cantidad (Andrade y col. 2016). Si se afecta el plancton en cursos de agua, puede dar lugar a graves efectos ecológicos. Y de hecho, Beketov y col. (2013) encontraron una reducción de la biodiversidad de invertebrados en arroyos de Europa y Australia, tanto en el número de familias como de especies. 

Uno de los puntos más destacados sobre el uso de plaguicidas, es que en reiteradas ocasiones, l@s productores los utilizan sin ningún criterio, más por miedo a ataques de determinada “plaga”, y muchas veces por cuestiones de precio (compran el producto más barato, y menos selectivo), y hasta productos fraccionados, que al carecer de la etiqueta, no tienen las indicaciones de seguridad adecuadas. También son comunes las ventas de productos sin recetas agronómicas, y de sustancias prohibidas. No se respetan dosis recomendadas, ni condiciones para minimizar la deriva. Y además los envases son desechados en cualquier lugar, o reciclados (Souza Casadinho 2010). 


Un buen indicador de salud ambiental es el estado de los anfibios. Brodeur encontró alteraciones en ranas y sapos de las especies Rhinella fernandezae (sapito cavador), Leptodactylus latinasus (urnero), Leptodactylus ocellatus (rana criolla) e Hypsiboas pulchellus (ranita de zarzal) de campos agrícolas y alteraciones enzimáticas específicas las dos últimas especies respecto de ranas control. También observó una elevadísima toxicidad de la mezcla glifosato+cipermetrina con efectos sinérgicos sobre renacuajos de Rhinella arenarum (sapo común)(Brodeur en Camino y Aparicio, 2010). En otro estudio, Jayawardena y col. (2016), encontraron que Clorpirifos, dimetoato y glifosato tenían efectos negativos sobre la supervivencia y desarrollo de la rana arborícola Polypedates cruciger, pero además los pesticidas incrementaban la suceptibilidad a la infección por un trematode parásito. 

Un trabajo de revisión encontró múltiples efectos negativos de fungicidas, insecticidas y herbicidas sobre algas, protozoarios, y para algunos hongos acuáticos silvestres para la mayoría de las familias de insecticidas. También encontraron desbalances en las poblaciones bacterianas, ya sea por efectos negativos directos (salvo organofosforados), o por efectos positivos al eliminar a sus predadores como por ejemplo protozoarios. Los fungicidas resultaron ser los más tóxicos para microorganismos, seguidos de insecticidas, y luego de herbicidas (Staley y col. 2015). 

Los agroquímicos, al afectar la diversidad de plantas, también impactan sobre la fauna que se asocia a las plantas silvestres, tanto vertebrados como invertebrados, pero además los que presentan efecto como disruptor endócrino (la mayoría de los utilizados), como el glifosato tienen efectos directos sobre mamíferos (Mertens y col. 2018). Entre los disruptores endócrinos está el glifosato, que inhibe la acción de la enzima aromatasa, interfiriendo con la síntesis de estrógenos. Otros agrotóxicos con efecto disruptor endócrino son: 2-4D,  atrazina, cipermetrina, DDT, dimetoato, endosulfán, heptaclor, hexaconazole, malathion, parathion, entre muchos otros (Mnif y col. 2011).


¿Y qué pasa con los organismos productores de la toxina BT? Se trata de una proteína derivada de la bacteria Bacillus thuringiensis, normalmente presente en suelos, que resulta tóxica para insectos. Existe bibliografía, que demuestra eficacia en el control de insectos, y una reducción en el uso de insecticidas, pero no de herbicidas y fungicidas (Perry y col. 2016). Sin embargo Losey y col. (1999), publicaron en la revista Nature que el polen de maíz productor de toxina BT, podría ser tóxico para la mariposa monarca del norte (Danaus plexippus) depositado sobre hojas de su planta nutricia (Asclepias curasavica). Científicos alemanes demostraron que el polen del maíz se deposita sobre las plantas nutricias de otra mariposa, Aglais urticae (ortiguera), siendo potencialmente peligroso para esta especie (Lang y Otto, 2015). 

La industria manifiesta seguridad en la utilización de la tecnología BT. Uno de los argumentos es que la toxina BT (en realidad se le dice BT por el organismo que la produce originalmente, pero el nombre de las familias de proteínas es Cry o Cyt), es una de las sustancias permitidas por la FAO en la agricultura orgánica (http://www.fao.org/3/y2772s/y2772s0c.htm). Sin embargo, eso no es del todo real, ya que no se utilizan las proteínas Cry de “tipo salvaje” originales producidas por las bacterias, sino versiones truncadas, de fusión y/o modificadas genéticamente (por ejemplo por mutagénesis dirigida). Estas variaciones generan incrementos o modulaciones en las actividades de estas proteínas, y hasta de las especificidades por receptores (Deist y col. 2014). Su mecanismo de acción es la formación de poros en las membranas del epitelio digestivo de Lepidoptera (mariposas y polillas), Coleoptera (escarabajos), Hymenoptera (abejas, abejorros, avispas y hormigas) y Diptera (moscas y mosquitos) (Bravo y col. 2007).


El otro argumento es que permite utilizar menor cantidad de insecticidas. Supongamos que esto sea cierto, y que van a permitir utilizar menos agroquímicos, ¿entonces por qué se siguen acumulando y combinando eventos transgénicos de resistencia a herbicidas+BT? En 2019 en Argentina se aprobó un maíz con resistencia a glifosato, glufosinato de amonio, biocidas de la familia de los ariloxifenoxipropionatos, 2-4D y al menos una proteína de la familia Cry (y lo nombro así, porque en la resolución del ministerio lo nombran como “...eventos MON-89Ø34-3 x DAS-Ø15Ø7-1 x MON-ØØ6Ø3-6 x SYN- IR162-4 x DAS-4Ø278-9…”, no de acuerdo a su funcionalidad, o a la proteína que expresan)

https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/203242/20190314

http://agromaker.com.ar/argentina-autorizo-un-nuevo-evento-en-maiz-con-tolerancia-al-herbicida-24-d/.


Si alguna vez realmente, el maíz BT usó menos agroquímicos, con esta cantidad enorme de eventos de tolerancia a herbicidas, está lejos de los BT originales presuntamente más amigables con el medioambiente.  

El efecto de los cultivos BT sobre la salud es controvertido. Hay artículos que manifiestan su seguridad, aunque otros ponen un signo de pregunta sobre esta premisa (Hammond y col. 2006; Rubio-Infante y Moreno-Fierros, 2015; Seralini y col. 2011; Singh y col. 2019).


Científic@s egipci@s encontraron cambios histopatológicos en órganos de ratas en cuyo alimento balanceado se reemplazaba el maíz por su variedad BT (El-Shamei y col. 2012). La seguridad de estos cultivos es motivo de debate, sobre todo considerando que muchas conclusiones se basan en estudios previos utilizando la toxina BT exógena (Rubio-Infante y Moreno-Fierros, 2015; Seralini y col. 2011). Las toxinas producidas por estas plantas exudan por raíz y pueden permanecer en el suelo por más de 230 días, afectando a organismos no blanco (Gaudana y Baghchi, 2012).


Es cierto que el BT en principio sólo afectaría insectos, pero sus efectos sobre organismos no blanco no está del todo claro. Insectos predadores y avispas parasitoides son menores en abundancia, en los campos de maíz BT, lo cual es un claro efecto sobre organismos benéficos, aunque el efecto de pérdida de estos organismos es menor que en campos rociados con insecticidas (Wolfenbarger y col. 2008). Tal vez nos acostumbramos a sustancias enormemente tóxicas y bajamos la exigencia para aceptar lo menos tóxico. 

Sin embargo, la enorme extensión de estos monocultivos BT, que además tienen la toxina expresándose de manera constitutuva, y su efecto sobre otros lepidópteros (incluso sobre los organismos blanco) genera impactos, que deben ser tenidos en cuenta, y ampliar los estudios antes de aprobar cualquiera de estas nuevas toxinas. Al margen, la enorme cantidad de eventos apilados de tolerancia a agrotóxicos invalida el beneficio de la duda que podríamos darle a los organismos BT. 

Con esta información ya podríamos ir tachando el punto 5. Sin embargo, hay un aspecto de la salud que no discutimos, y es la ganadería industrial asociada a los transgénicos. 


Capítulo 8

Feed lots y corrales. 

Los granos de soja producidos por el agronegocio tienen varios destinos, en su gran mayoría destinados hacia la exportación, ya sea como granos, o como aceites, harinas y biocombustibles (Figura 35). 

Figura 35. Flujograma de la cadena de la soja. El 75% de la soja va a molienda. El biodiesel se exporta poco más de la mitad de la producción (58%, contra 42% que queda en el mercado interno para hacer el corte de combustibles); el 87% de las harinas y pellets se exportan. Tomado de Storti, 2019.


Una parte de la soja en sus diferentes formas, queda en el país para alimentación animal y para la industria de los nada saludables “alimentos” ultraprocesados (responsables en parte del aumento sostenido de obesidad en la población adulta argentina - Figura 36): margarinas, galletitas, salchichas, hamburguesas, golosinas, snacks, incluso la leche en polvo tiene lecitina de soja. Otros utilizan aceite de soja en su preparación. El maíz también se utiliza para productos poco saludables que contienen el endulzante JMAF (jarabe de maíz de alta fructosa), como por ejemplo las gaseosas, jugos procesados (hay unos jugos llenos de esa porquería de la marca Baggio, que casualmente su dueño, también lo es de terrenos en humedales del Delta que se están incendiando, y es uno de los imputados por las quemas). Oligopolios mundiales producen buena parte de estos ultraprocesados. Alrededor de 250 compañías producen la mayor parte de lo que comemos, la mayoría radicada en países anglosajones (Barruti, 2013). Sólo 50 compañías multinacionales concentran la mitad de la facturación mundial de esta industria (Bartz en Atlas del Agronegocio, 2018). Muchos de estos productos ultraprocesados contienen agregados de vitaminas y minerales para hacerlos parecer “sanos” (Barruti, 2013).

La concentración de las cadenas de producción de alimentos y de las cadenas de comercialización también es una de las características del agronegocio en la Argentina (García Guerreiro y Wahren, 2016). A través de su poder de lobby y sus condiciones leoninas permiten excluir a los pequeños y medianos productores de las cadenas de distribución. En Argentina sólo tres cadenas concentran más del 75% del mercado de las ventas de alimentos (muchos son ultraprocesados) (Alliot y Li en Atlas del Agronegocio, 2018). Son otros de los grandes ganadores del modelo y muchas veces favorecidos por gobiernos. Las ferias y otras formas de comercio justo, a diferencia de supermercados y $hoppings, son formas de acercar a l@s productores y a l@s consumidores y que permiten valorar otras formas de producción y decidir lo que se consume (García Guerreiro y Wahren, 2016).


Figura 36. Obesidad en la población argentina entre 2000 y 2016. fuente FAOSTATS.


Volviendo al destino de la soja, otra forma de consumo de la soja es en forma de milanesas y de “leche” de soja. El otro destino es la alimentación animal, y acá se utiliza para dos tipos de animales: domésticos (gatos, perros), o para animales de granjas industriales (vacas, cerdos, pollos). A su vez, el alimento para mascotas también se hace con grasa y restos de carne y pollo (en alimentos veganos no, pero se utilizan harinas soja y maíz). En todos se utilizan suplementos vitamínicos de síntesis, que tampoco son amigables con el medioambiente. Mientras más “premium” es un alimento balanceado, suele contener mayor cantidad de derivados animales. Un estudio de la universidad de California (UCLA) determinó que en EEUU la alimentación de gatos y perros es responsable de entre un 25 y un 30% de los impactos de la ganadería en cuanto al uso de la tierra, agua, combustibles, fosfato y agrotóxicos (Okin, 2017). En otro estudio, en Alemania l@s investigadores calcularon el impacto de los perros de la Unión Europea en el impacto ambiental de los humanos (no incluye gatos) como de alrededor de un 7%, sobre todo por la fabricación de alimento balanceado y el impacto de los excrementos sobre el medioambiente (Yavor y col. 2020). 


En los últimos años unas 13,5 millones de hectáreas pasaron de ser ganaderas (alimentadas a pasto, y de menor impacto), al cultivo de soja, y los animales se concentraron en pequeños espacios, en una técnica nefasta llamada Feed-Lot, que dicho nuevamente en lenguaje coloquial es encerrar a las vacas en corrales en condiciones de hacinamiento, y alimentarlas con los granos producidos por el agronegocio (Figura 37). 

A su vez, hay que darles suplementos vitamínicos y antibióticos o “promotores de crecimiento”. Se usan granos y subproductos de la industria aceitera. Por ejemplo:

El encierre de terneros o terneras para producir animales gordos para faena es el de más rápida evolución o menor duración. En el término de 60 a 90 días es factible terminar este tipo de animal con aumentos diarios de 1 a 1,3 kg/día y dietas basadas principalmente en grano de maíz o mezclas con sorgo (70 a 75%), harina (pellet) de girasol, harina de soja (expellers o pellets de soja (15 a 20%, rollo de forraje de mediana calidad (8%) y un suplemento macro-mineral (2 a 3%) que ofrezca sal, calcio, fósforo, magnesio y micro-minerales, con la adición de un ionóforo (monensina)(Pordomingo, 2013). 

A los bovinos (voy a llamarlos genéricamente vacas, aunque sean terneros, terneras, vaquillonas, etc.) se las somete a un régimen alimentario tóxico para ellas. La monesina, por ejemplo es una sustancia que se utiliza para evitar la acidosis que la dieta basada en granos produce en estos animales. De no agregarlo podrían ocurrir alteraciones en el ternero que reducen el crecimiento (cuando las acidosis son subclínicas), o que pueden llevar a estos animales a un estado de coma (Pordomingo, 2013). Las acidificación de la sangre, así como la alcalinización trae serios trastornos a la salud, también en humanos.

¡Por favor, no crean en esas cadenas ridículas que circulan de manochantas que dicen que combaten enfermedades “alcalinizando la sangre”, aprovecho para recordarlo porque me han llegado muchos comentarios sobre el tema!

Cerca del 85% de la carne que se consume en Argentina proviene de este tipo de ganadería. 

http://ganadosycarnes.com/camara-argentina-de-feedlot-informe-mayo-2020/


Figura 37. Imagen de un corral de feed lot, tomada de http://ganadosycarnes.com/camara-argentina-de-feedlot-informe-mayo-2020/


Si la situación de hacinamiento impacta, en el caso de las granjas avícolas, no es mucho mejor. 

La periodista Soledad Barruti, en su libro Malcomidos comenta la nada agradable experiencia de haber visitado corrales industriales y feed lots, tanto bovinos como de cerdos. Una característica que comparten todos ellos es el enorme grado de hacinamiento en el que se encuentran los animales. Por ejemplo Crespo, el pueblo que en párrafos anteriores vimos que hacían marchas para que permitan fumigar a l@s alumn@s y docentes en las escuelas, es además la capital nacional de la avicultura. El hacinamiento es una moneda corriente tanto para la producción industrial de huevos como para la producción de pollos para consumo. En los galpones, en los que hay miles de gallinas, la periodista describe la situación de la siguiente manera: 

“Y la imagen: las jaulas no tienen más de veinte por veinte centímetros, pero por dentro contienen cinco o seis gallinas cada una. Son jaulas acomodadas una junto a la otra y, a la vez, apiladas una sobre la otra formando largas y altas hileras de gallinas.

El gallinero son inmensas paredes tapizadas de animales que gritan y defecan sin parar y cada tanto expulsan un huevo que rueda hacia una canaleta que une las jaulas horizontalmente” (Barruti, 2013). 

Según la autora, las gallinas cuando ya no producen huevos se venden y algunas partes como la cabeza van a la industria para la preparación de caldos y sopas instantáneas. 


Algunas prácticas crueles que describen en el libro (palabras más, palabras menos): 

  • a las gallinas se les cortan los picos para que no se lastimen

  • Se las somete al “replume”, es decir la deprivación de alimentos cuando dejan de poner huevos, para volver a alimentarlas con comida suplementada con calcio y proteínas a los 15 días. Las gallinas pierden las plumas durante el ayuno forzado, y las recuperan con el alimento, que además genera que vuelvan a poner huevos. Este proceso puede repetirse hasta 3 veces en la vida de una gallina.

  • Abajo de las jaulas hay montañas de excrementos, llenas de larvas de moscas. 

  • Las jaulas se apilan, generando aún mayor hacinamiento. 

  • Las condiciones de hacinamiento, generan un pánico enorme de que un ave silvestre se meta en el galpón y pueda contagiar de alguna enfermedad a las gallinas, por lo que hay productores que exportan su sadismo y disparan con escopetas a la fauna silvestre para evitar la mínima chance de contacto entre el galpón y animales externos. 

  • En el caso de los pollos para consumo, se les deja muy poco espacio para que no puedan moverse (el movimiento les hace consumir calorías), y les dejan la luz encendida las 24 horas para estimularlos a comer en todo momento. En el libro calculan unos 10-15 pollos por metro cuadrado en el establecimiento visitado. 

  • Se les dan “promotores de crecimiento”, que son mezclas de antibióticos, anabólicos y otras sustancias.


Acá estamos hablando de la avicultura industrial, no se aplica esto a la producción de pollos pastoriles, o huevos de “gallinas felices”, más caros, pero sin estas condiciones expuestas más arriba, y sin “promotores del crecimiento”. 

Y en el caso de los cerdos, también están sometidos a hacinamientos similares donde no se pueden mover, e incluso cuando paren y quieren echarse para amamantar a sus crías, deben forzar las barras. Ese movimiento más lento les permite a las crías moverse para que la madre no los aplaste. Así de hacinados están, y Soledad Barruti lo relata de esta manera: 

La cerda aprisionada que miro tiene el lomo ensangrentado, las patas delanteras dobladas porque seguramente habrá caído sin forma de acomodarse mejor. Tiene diez lechones prendados de las tetas pero no se puede acercar a ellos, no los puede limpiar, no los puede oler, no los puede mover: la cerda es en ese momento lo que necesita la fábrica que sea: un contenedor de leche al que los cerdos se acercan para engordar.” 

Y en otro párrafo dice de los lechones: 

"(...) el lechón que le devolví a 352 nació hace cinco días. No bien le limpiaron la placenta, lo untaron en alimento como si fuera una milanesa para que se familiarizara con lo que tiene empezar a comer lo antes posible: un polvo hediondo. Luego, previendo que la ciencia todavía anda un poco demorada en eso de quitarles de la genética el estrés, y que no bien empiecen a engordar —encerrados, hacinados, aburridos también— se les va a dar por el canibalismo, le cortaron la cola, lo castraron y con una pinza le quitaron los colmillos: todo, por supuesto, sin anestesia (Barruti, 2013).

A los cerdos también se les dan “promotores del crecimiento”. Este tipo de granjas son las que quieren instalar en el Chaco para alimentar al mercado chino. 


Incubadoras de Pandemias. ¿Cómo es genéticamente posible?


Este tipo de ganadería industrial, al margen del sufrimiento que genera en los animales y del impacto que tiene la producción de granos utilizados para alimentar a los animales, tiene al menos tres aspectos que impactan en la salud de la población, y que se relacionan con el hacinamiento, el uso de “promotores del crecimiento”, y generación de excrementos. 


Empecemos por el hacinamiento, y la generación de pandemias. La enorme cantidad de animales "pegados" uno al lado del otro hace que en caso de que alguno se enferme, se pueda propagar rápidamente a toda la población de animales. Pero además, existen las chances de que variantes genéticas de determinados patógenos sean seleccionadas y propagadas, amplificando la letalidad de un virus. Por ejemplo en el caso de la gripe aviar, pueden transmitirse cepas de baja patogenicidad a las aves de corral a partir de reservorios silvestres. Sin embargo, la elevada cantidad de aves suceptibles, permite que algún evento de mutación, dé lugar a una cepa altamente patogénica. Australia por ejemplo, tuvo 7 epidemias de gripe aviar altamente patogénica en los últimos 32 años, de los cuales 4 ocurrieron en los últimos 10 (Singh y col. 2018).

La mayor cantidad de individuos da mayores chances de que existan brotes tremendamente letales, como el de Corea de 2014, en el que una gripe H5N8 mató a más de 13 millones de aves en varias granjas. La presencia de cursos de agua cerca de la granja puede aumentar las chances de brotes epidémicos, ya que a través de esa vía se puede adquirir la enfermedad silvestre (Singh y col. 2018). En este caso, el brote afectó a las aves, pero no se transmitió a humanos, aun así, en EEUU entre 2014 y 2015 mataron para evitar la expansión de esta misma gripe cerca de 50 millones de pollos y pavos, y ahora l@s granjer@s temen por la aparición de una nueva cepa. https://qz.com/1836482/us-farmers-on-high-alert-after-usda-confirms-bird-flu-case/.

Las siglas HxNx, representa las variantes de los genes que codifican para las proteínas hemaglutinina y neuraminidasa, dos factores de virulencia que le sirven al virus para infectar células y completar su ciclo. 

¿Pero qué pasa cuando un patógeno puede mutar hacia formas transmisibles a l@s human@s? Vamos a seguir con el ejemplo de la gripe (Influenza). Este virus está formado por 8 cadenas de ARN que codifican para 2 proteínas cada una. Cuando existe más de una cepa de virus circulando, esas cadenas pueden intercambiarse para dar lugar a una nueva variante híbrida (Figura 38), en un proceso llamado reassortment o intercambio genético (Neumann y col. 2010). 


Figura 38. Generación de la gripe A porcina H1N1 que dio lugar a la pandemia de 2009.


Por ejemplo, en cerdos de China está circulando una cepa de gripe porcina H1N1 (gripe A) como la que en 2009 emergió en México y EEUU y originó el brote. Esa variante surgió de la combinación de varias cepas que ya estaban circulando en poblaciones de cerdos presentes en granjas industriales (Smith y col. 2009).

Se esperaba que la gripe porcina fuera tan letal como la variante H1N1 que en 1918 mató más de 50 millones de personas, pero resultó ser mucho menos virulenta. En este caso dio un salto de especie y logró infectar human@s. Si bien se desconoce el momento en el que dio el salto hacia el humano, todo parece indicar que se produjo a partir de cepas de gripe porcinas circulantes en México y de una cepa eurasiática, que tuvieron circulación simultánea dando lugar por intercambio de genes una nueva variante, que luego se transmitió hacia el humano (Mena y col. 2016)


¿Y qué pasa cuando hay un intermediario? 

Eso es lo que pasó con el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID19. Existe consenso en su origen en murciélagos, y que vía un intermediario adquirió mutaciones que le permitieron establecer una transmisión efectiva hacia human@s, y entre human@s. Lo mismo se postula que ocurrió con sus parientes, el SARS a través de un felino, el MERS a través del camello, y el ébola o bien directamente desde murciélagos, o a través de grandes simios. El candidato para el SARS-CoV-2 parece ser el pangolín, un animal traficado en los mercados chinos (Sansonetti, 2020). Y en todos los casos, lejos de culpar a los murciélagos, o a la naturaleza, el desencadenante fue la destrucción de su hábitat, y el tráfico de especies. 

Mientras tengamos un mayor número de animales uno cerca del otro, más chances hay de que algún intermediario genere algún tipo de variante de elevada patogenicidad, o de que un patógeno que no atacaba humanos genere el salto de especie y se convierta en una pandemia. Más todavía si invadimos ambientes silvestres para poner granjas, industriales o emprendimientos del estilo (como las que quieren instalar en Chaco). 

En el caso de enfermedades transmitidas por vectores, la deforestación (como la que produce el agronegocio) también es un factor de riesgo para la adquisición de enfermedades, como por ejemplo la leishmaniasis (Colwell y col. 211; Fernández y col. 2012). 

La del COVID19 no es la primera ni la última epidemia que vamos a vivir, ni tampoco fue “creada en un laboratorio” como alguna gente piensa. Si miramos en retrospectiva algunos ejemplos a nivel mundial, o a nivel de nuestro país podemos nombrar: COVID19 (actualmente), varias epidemias de ébola, la epidemia de MERS (2012), Gripe A (2009), SARS (2002), Cólera (1991), HIV (desde principios de 1980). Gripe de Hong Kong (1968), Polio (1956), gripe española (1918), Fiebre amarilla (1871), etc. 

De las nombradadas, la mayoría tienen un origen ancestral en animales (salvo el cólera y la polio). Y si vamos a años anteriores, podemos mencionar a la viruela (que tampoco es de origen animal), erradicada gracias a la vacunación y a la peste (Yersinia pestis), transmitida por las pulgas de algunas especies de ratas, que se cura actualmente con antibióticos, entre otras que azotaron a la humanidad durante siglos.


Promotores del crecimiento

Los llamados “promotores del crecimiento” son en realidad mezclas que contienen antibióticos (entre otras sustancias), que se le dan a los animales para aumentar la velocidad de crecimiento, y prevenirles la aparición de patógenos. En EEUU el 80% de los antibióticos vendidos se usan para este fin y para el tratamiento de infecciones en animales, y se esperan que en el caso de los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se duplique para el 2030 (Aslam y col. 2018). El enorme uso de antibóticos, tanto en producción bovina, como porcina, y en aves de corral, es un problema muy grave, como lo analiza un grupo de investigadores en un meta-análisis de 89 trabajos sobre la utilización de estos medicamentos en la cría de animales a nivel mundial. El uso de antimicrobianos en ganadería contribuye a la selección de microorganismos resistentes (Cuong y col. 2018). Y acá debo hacer una aclaración, ya que muchas veces se escucha un error de concepto. 

Los antibióticos no generan la resistencia, sino que sirven como factor de selección para bacterias resistentes. Hay varias estrategias (en sentido figurado) por los cuales un microorganismo puede desarrollar resistencia a antibióticos, pero antes veamos cómo funcionan los antibióticos. Estos medicamentos tienen diferentes mecanismos de acción, dependiendo de las familias, pero se basan en el principio de toxicidad selectiva, es decir son muchísimo más tóxicos para el microorganismo blanco, que para su hospedador. Por ejemplo, ahora está de moda el consumo de desinfectantes como el clorito de sodio/dióxido de cloro (o alguno de sus tantos nombres), esa sustancia carece absolutamente de toxicidad selectiva ya que no hay forma de que pueda lograr dañar a un patógeno sin dañar a quien la consume, y por tal motivo no sirve como medicamento. 


Vamos a hacer un breve repaso por la historia de los antibióticos (no es relleno, simplemente quiero explicar la importancia de estos medicamentos). 

En una época no se conocían antimicrobianos efectivos, y uno de los pioneros en el desarrollo de los mismos fue el científico Paul Ehrlich que empezó a experimentar con compuestos arseniacales para el tratamiento de la sífilis (consideremos que en aquella época era una enfermedad mortal), hasta que en 1910 descubrió su “bala mágica”, el salvarsán. No sólo fue el inventor de los primeros antibióticos, sino que además lo fue de los toxoides, que son formas inactivas de toxinas causantes de enfermedades, pero que retienen su propiedades inmunogénicas (por ejemplo la antitetánica es una vacuna a base de un toxoide que permite desarrollar anticuerpos neutralizantes de la mortal toxina tetánica producida por la bacteria Clostridium tetani), claves en el desarrollo de determinadas vacunas (García Sánchez y col. 2009).

En 1935, Dogmark descubrió el efecto de otra familia, las sulfonamidas, que inhiben el crecimiento bacteriano, por actuar sobre algunas enzimas específicas bacterianas de la vía del folato (Capasso y Supuran, 2014). Estas sustancias son bacteriostáticas, es decir que inhiben el crecimiento de bacterias, mientras alcancen una concentración adecuada, ayudando al sistema inmune a controlar la infección. Permitió tratar enfermedades como meningitis bacteriana, por ejemplo, pero presentaban cierta toxicidad, y al poco tiempo apareció la penicilina, mucho más segura y efectiva (Jacome, 2003). Fleming en 1928 descubrió que un hongo contaminante, Penicilium notatum, ejercía un efecto inhibidor del crecimiento sobre placas donde cultivaba la bacteria Staphylococcus aureus para sus experimentos. A pesar de su descubrimiento, no logró llevar su compuesto al uso clínico, como sí lo logró Florey y vari@s colaboradores, años después, dando lugar al uso masivo de antibióticos en 1943 (Zaffiri y col. 2012).  

La penicilina pertenece al grupo de los 𝛃-lactámicos. Una gran ventaja que tiene es que se une a una estructura presente en las bacterias (pero no en otros organismos) llamado peptidoglicano. La inhibición de la síntesis de este componente de la pared celular tiene efectos bacteriolíticos, es decir mata a la bacteria (a diferencia de los bacteriostáticos que sólo inhiben el crecimiento). Ejemplos de esta familia son la penicilina, utilizada para tratar anginas bacterianas, la amoxicilina, cefalexina, etc. 

En 1943 Waskman y Schatz aislaron un compuesto llamado streptomicina a partir de una bacteria del suelo, Streptomyces griseus, primer miembro descubierto de la familia de los aminoglucósidos. La importancia de esta familia radica en que fue el primer tratamiento para la tuberculosis, enfermedad muy grave causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. Estas drogas actúan sobre el ARN ribosomal en una de las subunidades de los ribosomas bacterianos (que son diferentes a los ribosomas animales), interfiriendo en la síntesis de proteínas. Al igual que los 𝛃-lactámicos son bacteriolíticos (Zaffiri y col. 2012). 

Con los años fueron surgiendo nuevas familias, y nuevos integrantes dentro de cada familia por síntesis y/o modificaciones químicas de moléculas ya existentes: Tetraciclinas (ej: doxiciclina), macrólidos (ej: azitromicina), fluoroquinolonas (ej: ciprofloxacina), glicopéptidos (vancomicina), nitroimidazoles (ej: metronidazol), entre otros.  


El uso constante de antibióticos va seleccionando microorganismos resistentes, con lo cual, a medida que, como población, vamos usándolos sostenidamente van perdiendo eficacia. A menudo, la resistencia a un determinado antibiótico, confiere resistencia a otros miembros de la misma familia de antibióticos. Y además los microorganismos tienen mecanismos de intercambio de material genético que les permiten ir acumulando e intercambiando múltiples resistencias a diferentes familias, dando lugar a la aparición de resistencia a múltiples drogas. Por tal motivo debe estar absolutamente justificado el uso de un antibiótico, y resulta sumamente preocupante que ganader@s los estén utilizando para maximizar sus ganancias, ya que estamos corriendo seriamente el riesgo de avanzar hacia una era similar a la pre-antibiótica, en la que la gente moría de enfermedades que hoy no generan secuelas. Como diría Don Atahuapa Yupanqui, las secuelas son de nosotr@s, las vaquitas son ajenas. 


La unión hace la fuerza. Intercambio de ADN entre microorganismos. 

Existen varios mecanismos por los cuales un microorganismo (vamos a hablar específicamente de bacterias, desconozco si se aplica a otros reinos) puede adquirir resistencia a un antimicrobiano. Entre ellos tenemos mutación del sitio de unión, sistemas para bombear a la sustancia hacia el exterior (ej bombas de resistencia a múltiples drogas) o para impedir su internalización (ej reducción de la permeabilidad), o enzimas que degraden o inactiven al antimicrobiano (por ejemplo 𝛃-lactamasas) (Reygaert, 2018).

Las proteínas que generan la resistencias están codificadas genéticamente, y pueden ser naturales, o adquiridas. Estas últimas suelen estar en plásmidos, estructuras de ADN circular autoreplicante independiente del cromosoma bacteriano. Los plásmidos  pueden ser “intercambiados” entre diferentes microorganismos de la misma especie vía un mecanismo llamado conjugación (Figura 39). Sin embargo, existen otros mecanismos de transferencia horizontal para que el intercambio de genes de resistencia pueda darse entre células de diferentes especies, como por ejemplo la transformación y la transducción mediada por bacteriófagofagos (virus que atacan a bacterias, este sería realmente un “virus bacteriano”, frase horrendamente utilizada en algunos artículos periodísticos) (Aslam y col. 2018; Raygaert, 2018). 

Cabe destacar que el proceso de transferencia es en principio azaroso y generador de diversidad genética. En el caso de que la nueva característica le dé alguna ventaja, la selección hará que esta se mantenga en las divisiones que haga el microorganismo, mientras se mantengan las condiciones que lo seleccionaron. Si la nueva característica no da ventajas tenderá a desaparecer, ya que muchas veces esa característica es negativa en otros aspectos. Como ejemplo tenemos a Satphilococcus aureus, una bacteria  presente en el ambiente, aunque de importancia clínica, para la que existen cepas resistentes al antibiótico meticilina. Estas cepas, además de ser resistentes tienen una velocidad de crecimiento menor, es decir, una característica negativa, pero que ante el uso generalizado de antibióticos de la misma familia, las cepas meticilina-resistentes pasan a tener una ventaja que les permite sobrevivir (Reygaert, 2018).



Figura 39. Conjugación entre dos bacterias relacionadas compatibles. La bacteria donadora tiene al menos un plásmido (el plásmido tiene un tamaño muchísimo más chico que el cromosoma, aunque en el esquema tengan tamaños similares). Durante el proceso de conjugación el plásmido se copia. Figura tomada de https://theconversation.com/asi-se-propaga-la-resistencia-a-los-antibioticos-en-el-medioambiente-110390


Uno de los mecanismos de transferencia horizontal es la transformación. En este caso, ciertos estímulos les permiten a las bacterias volverse competentes, un estado de receptividad a fragmentos de ADN exógenos. Estos fragmentos pueden internalizarse y recombinarse con secuencias similares, quedando una nueva secuencia resultante. Para que la recombinación sea eficiente, las secuencias deben ser bastante similares. Por ejemplo, supongamos que hay un secuencia de ADN que modifica una proteína blanco de un antibiótico. La nueva secuencia luego de la recombinación habrá adquirido mutaciones que puede ser que la hagan resistente a ese antibiótico. De esta forma se pueden adquirir genes de resistencia entre diferentes especies (si tienen similitud de secuencia). En ese caso, la presencia del antibiótico, seleccionará a esas formas mutantes. 

Además de lo anteriormente dicho, se suma la existencia de elementos móviles, como transposones, que son fragmentos que por su secuencia, y la codificación de una enzima llamada transposasa tienen la habilidad de transferirse hacia otros lugares del genoma, o hacia plásmidos con una frecuencia relativamente alta. Para decirlo coloquialmente, son secuencias que saltan de un lugar a otro del genoma o entre genoma y plásmidos. Si dentro de uno de estos elementos móviles hay genes de resistencia, pueden moverse y transferirse horizontalmente. 

Por último existen también elementos de adquisición y expresión de genes exógenos llamados integrones, que codifican para una enzima llamada integrasa, y que tienen secciones intercambiables (por esta integrasa) denominados “casettes”. Mediante la presión de selección por antibióticos, pueden existir bacterias que en sus integrones tengan decenas de casettes que le confieran resistencia a múltiples drogas. Los integrones pueden estar presentes en cromosomas, y se consideran no móviles, o en transposones y/o plásmidos y se consideran móviles (Gillings, 2014). 


¿Por qué incluí esta explicación de microbiología en un artículo sobre agronegocio? Porque la presión de selección que se ejerce en el uso sostenido de antibióticos en el ganado, hace que la microbiota propia de los animales tenga enormes cantidades de bacterias portadoras de genes de resistencia, que se las van transfiriendo, entre sí, así como con microorganismos del ambiente. Se consideran que muchos integrones en patógenos clínicos derivan de aquellos de su contraparte en microorganismos ambientales, y que el mal uso de los antibióticos fue seleccionando y haciendo a integrones de resistencia cada vez más abundantes, por ejemplo llegando a encontrarse su presencia en algunos casos excepcionales en el 50% de las bacterias de la microbiota en humanos sanos, y al 80% de las Escherichia coli de la microbiota en el ganado. Estos microorganismos resistentes, luego pueden transferir estos genes entre bacterias ambientales, y entre bacterias patógenas (Gillings, 2014).

La microbiota es lo que comunmente se llama “microflora” (término antiguo), una enorme cantidad de microorganismos presentes en nuestro cuerpo (tracto digestivo, piel, vías respiratorias superiores, vías urinarias inferiores, vagina, etc.) y que nos protegen de ser colonizados por microorganismos patógenos, así como de crecimientos excesivo de determinadas especies, entre otras múltiples funciones benéficas (Kim y col. 2017). Investigadores encontraron genes de resistencia en los microbiomas de gente que no había sido tratada con antibióticos, y hasta en microbiota de niños de pocas semanas de vida. También se han encontrado genes de resistencia en ambientes naturales con escasa exposición a antibióticos de uso humano. La microbiota se ha convertido en un reservorio de genes de resistencia debido al mal uso de los antibióticos, y si bien la transferencia de estos genes a patógenos es un fenómeno relativamente raro en el intestino, especies de géneros como Clostridium son capaces de adquirirlos y compartirlos (Francino, 2016, Ruppé y col. 2019; Tsigalou y col. 2020). La presencia relativa de genes de resistencia en el microbioma se incrementa con tratamientos prolongados de antibióticos (Tsigalou y col. 2020). La diseminación de genes de resistencia de animales a human@s también puede ocurrir a través del consumo de carne y leche (Singh S. y col. 2019). 

Para agravar el problema, el mal uso de antimicrobianos (tanto ganadería como prescripción equivocada por parte de médic@s) está generando que la aparición de resistencias ocurra en lapsos muy breves desde la aparición de una nueva droga (Figura 40) y por eso el desarrollo de nuevos antibióticos es un fenómeno raro en los últimos 30 años. Se espera que la resistencia a antibióticos sea responsable de 10 millones de muertes por año para el 2050, superando al cáncer (Camou y col. 2017). Actualmente en el mundo mueren más de 700.000 personas por patógenos resistentes a antibióticos https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-resistencia-antimicrobiana-causa-700-mil-muertes-al-ano-en-el-mundo 


Figura 40. Desarrollo de antibióticos (arriba) y aparición de resistencias (abajo). Tomada de Camou y col. 2017.


Si bien lo comentado anteriormente es para bacterias, también existen casos de hongos que están adquiriendo resistencia a medicamentos antifúngicos, pero los mecanismos de adquisición en el reino Fungi (hongos) son diferentes y no son un tema que domine. El CDC considera al hongo Candida auris como una de las especies listadas como amenaza urgente a la salud. https://www.cdc.gov/drugresistance/biggest-threats.html

Estos centros encontraron un 60% de aislamientos clínicos resistentes a un antifúngico, y un 30% a por lo menos dos. https://www.cdc.gov/drugresistance/pdf/threats-report/candida-auris-508.pdf

Para ejemplificar el problema voy a compartir una serie de gráficos elaborados por la Comisión nacional para el control de la resistencia antimicrobiana (CONACRA), que evalúan el porcentaje de bacterias con resistencia a antibióticos utilizados en la clínica en vacas, cerdos y pollos (Figura 41), el porcentaje de pacientes con VIH/SIDA que requieren del uso de antibióticos que normalmente se utilizan en la ganadería industrial (Figura 42), y el porcentaje de resistencia a antibióticos de algunos patógenos de importancia clínica (Figura 43).


Figura 41. El mal uso uso de los antibióticos y sus consecuencias en la aparición de resistencias. Fuente: CONACRA-OPS, 2019


Figura 42. Uso de antibióticos que se mal-utilizan en ganadería (%) en pacientes con VIH/SIDA. Fuente CONACRA-OPS, 2019.


Figura 43. Porcentaje de resistencia en algunos de los principales patógenos de importancia clínica. Fuente CONACRA-OPS, 2019.


En 2.018 el SENASA, prohibió el uso de ciertos antibióticos para ganadería, pero mantuvo el permiso para otros. Desconozco si la normativa se está cumpliendo.   

https://www.eldiariodelarepublica.com/nota/2019-3-10-9-10-0-senasa-prohibio-alimentos-que-contengan-medicamentos

En 2.019 se prohibió el uso avícola de avoparcina, ya que está demostrado que genera resistencia cruzada con vancomicina, un antibiótico de enorme importancia clínica (Bager y col. 1997; Hoffmann y Bueno, 2019).

En menos de 75 años, arruinamos uno de los mayores descubrimientos para la salud pública como son los antibióticos. Tenemos que cambiar el rumbo, porque si no, vamos hacia una época oscura, donde infecciones muy fácilmente controlables hoy en día, van a ser un problema gravísimo. 


El peligroso Síndrome urémico hemolítico (SUH)

Hay casos en los que la diseminación de genes pasa a un segundo plano, ya que la presencia de determinados microorganismos patógenos genera cuadros graves de por sí, como las cepas de Escherichia coli O:157 H:7 productoras de toxina tipo Shiga, residentes habituales del tracto digestivo de bovinos. Por condiciones deficientes de faenado en la que existe contacto entre la bosta del animal y la carne, puede adquirirse este tipo de bacterias, que producen el síndrome urémico hemolítico. Es una enfermedad que puede ser mortal para infantes, a la que vari@s adult@s exponen cuando l@s llevan a comer a restaurantes de comida rápida como Mc Vómit, entre otros. 

https://www.argentina.gob.ar/salud/glosario/sindrome-uremico-hemolitico


Si bien E. coli no penetra el músculo, y muere al instante en un bife al contacto con una plancha caliente, en la carne picada, lo que era superficie pasa a estar en el interior de la hamburguesa, y se necesitan altas temperaturas durante varios minutos para lograr matar a las bacterias patógenas presentes. Esto no se logra en esas cadenas, dando lugar a esta terrible enfermedad que afecta a más de 350 niñ@s por año, y de los cuales cerca del 30% quedará con secuelas de por vida, o irá a transplante de riñón. De hecho, uno de los primeros registro de la enfermedad en la que pudo establecerse el microorganismo causante, se dio en una cadena de hamburguesas de EEUU (a la que no nombra directamente), pero que describen que “su especialidad es una hamburguesa con doble carne (2 pattys vs 1)”, en una clara alusión a la cadena del payaso triste (Riley y col. 1983). Buscando encontré que efectivamente era la cadena en la que están pensando.  

http://www.anmat.gov.ar/alimentos/e_coli_intro.asp 


Un hecho sumamente interesante es que la toxina de tipo shiga está codificada en estas cepas en un fago temperado, es decir la bacteria tiene un virus incorporado en su genoma en estado de latencia. Ante ciertas situaciones de estrés como tratamiento con algunos antibióticos como norfloxacina o tetraciclina, el virus (bacteriófago) sale de su latencia y comienza un ciclo de replicación activo que termina matando a su hospedador bacteriano y lo disemina a otras cepas de Escherichia coli no productoras de toxina (Kim y col, 2016; Torres-Barcelo, 2018). En el caso de pacientes, esto agrava el cuadro, pudiendo llevar incluso a la muerte. 

Respecto del caso del ganado, las cepas productoras de toxina no son patógenas para los animales, pero los antibióticos utilizados como factores de crecimiento pueden facilitar la transferencia horizontal de genes hacia otras cepas no productoras, así como otros genes (por ejemplo de resistencia) vía transducción (Cornick y col. 2006; Kim y col. 2016).  


Por favor, no lleven a sus hij@s a esas cadenas de hamburguesas, ni tampoco les den carne picada. También se puede adquirir la enfermedad a partir de verduras y frutas mal lavadas (que hayan tenido contacto con heces), o de aguas con contaminación fecal de ganado (o de cualquier animal portador, incluyendo humanos). De hecho, investigadores argentin@s encontraron cepas de Escherichia coli no O:157, productoras de toxina tipo shiga en heces de cerdos de granjas de nuestro país, que además presentaban integrones con genes de resistencia en el 38% de las muestras analizadas (Colello y col. 2015). Otr@s investigadores tuvieron resultados cualitativamente similares en heces de terneros y en carne de los mismos (Ahmed y Shimamoto, 2015; Kohansal y Ghanbari Asad, 2018; Mir y col. 2020). 

Así como este patógeno se encuentra en la carne y sobrevive a ciertas condiciones de cocción, muchas otras bacterias (algunas multirresistentes) pueden ingresar a nuestro organismo por esta vía. 


Torrentes de excrementos

Y el último efecto de la ganadería industrial se relaciona con las anteriores, y tiene que ver con la enorme cantidad de excrementos generados en muy poco espacio. Volviendo al SUH, los excrementos son un grave problema, ya que el ganado bovino la elimina en concentraciones de entre 1.000 y 100.000 Unidades formadoras de colonias por gramo de excremento (Naylor y col. 2003). Según la ANMAT alcanzan sólo 10 bacterias para producir una infección en human@s. 

El estiércol (mezcla de heces y orina) originado por animales no humanos en granjas industriales, termina contaminando suelo y agua; los excrementos originados por human@s van también a ríos conducidos por los caños cloacales. En ambos casos, llevan consigo una enorme cantidad de microorganismos resistentes a antibióticos, que contribuyen a un aumento general de la resistencia a múltiples antimicrobianos (Singh S. 2019). Los antibióticos provinientes de feedlots contaminan el suelo y el agua, y generan la presión de selección para preservar genes de resistencia.

Científic@s chinos evaluaron los efectos de una granja industrial de cerdos sobre la aparición de microorganismos con resistencia a múltiples drogas, y la aparición de patógenos multirresitentes. El área de feed lot era de 15.000 metros cuadrados, y criaba 5.000 cerdos (3 metros cuadrados por cerdo). A partir de muestras de suelo y agua de las cercanías del corral, encontraron que el 54% de las muestras que presentaban resistencia (algunas a pocas drogas, otras a múltiples drogas) eran potencialmente patógenas para human@s. Incluso llegaron a encontrar Mycobacterium tuberculosis resistentes (Fang y col. 2018). 


La enorme cantidad de estiércol generado en feedlots genera enormes problemas ambientales. Al respecto dice Pengue:

El problema actual derivado de esta ganaderización industrial estriba especialmente en la intensificación que se produce a través de los feedlots o los galpones industriales para la producción de aves o incluso los sistemas de lechería industrial, que suman un volumen importante. Se encuentra un concentrado de efluentes que generan contaminación en sus propios sitios de producción, en especial por exceso de nitrógeno y fósforo, afectando las napas cercanas” (Pengue, 2017).

En los feed-lots los excrementos se almacenan en lagunas de estiércol. Según Pordomingo:

“Dependiendo de la digestibilidad de la dieta, un feedlot de 5000 cabezas puede producir entre 6000 y 9000 toneladas de estiércol anualmente. Un novillo de 450 kg produce un promedio de 38 litros o 27 kg de excrementos húmedos (orina y heces) por día, con una variación del 25% dependiendo del clima, el consumo de agua y el tipo de dieta” (Pordomingo, 2013). 

Hay dos principales procesos por los cuales el estiércol contamina, la infiltración en el suelo, y el lavado por precipitaciones, que lleva disueltas altas concentraciones de materia orgánica rica en nitrógeno, fósforo, sales, hormonas, metales pesados, y que además está contaminada con patógenos (por ejemplo Giardia lamblia y Escherichia coli). La infiltración puede llegar hasta los acuíferos y contaminarlos (García y col. 2013 y 2015). Claudia Sainato y col. midieron los niveles de contaminación en aguas subterráneas producidas por feed-lots de la Provincia de Buenos Aires, y encontraron enormes contaminaciones de nitratos y sulfatos en las napas freáticas encontrándose valores máximos ya para el segundo año de funcionamiento del establecimiento (Sainato y col. 2018). En una entrevista, sobre dicho trabajo, la investigadora señalaba que el agua de las napas se había vuelto no apta para consumo humano, y que debido a que existe comunicación en acuíferos, es común que se puedan contaminar aguas más profundas por transferencia vertical. http://sobrelatierra.agro.uba.ar/contaminacion-en-feedlots-del-corral-a-las-napas/

Las aguas subterráneas, son más difíciles de contaminar, pero también mucho más complicadas de remediar, y con los feedlots existe lixiviación de compuestos contaminantes hacia aguas subsuperficiales (García y col., 2015).

Las excretas de un establecimiento de feedlot tienen concentraciones 100 veces superiores de nitrógeno y fósforo que los sistemas de pastoreo convencional. Son responsables de la eutrofización de cursos de agua, con aumento de la población de algas y disminución de los niveles de oxígeno disuelto. Establecimientos con más de 300 cabezas cercanas a cursos de agua, o más de 1.000 lejanas a dichos cursos son considerados fuentes de contaminación. Al año 2005, el 99% de los establecimientos sobre la cuenca Matanza-Riachuelo vertían directamente sus excrementos sin tratar al río por medio de canales de sedimentación (García y De Iorio, 2005). Por ejemplo en el caso de nitrógeno amoniacal, las concentraciones en efluentes de lagunas de almacenamiento alcanzan unas 100 veces el límite superior compatible con la vida acuática. Para el caso del fósforo puede llegar a 2.000 veces esa concentración (García y col., 2015). 

La ganadería y la agricultura industriales con utilización de cultivos anuales tienen otra característica que es su elevada emisión de gases de efecto invernadero. Pero primero debemos evaluar cuánto contribuye cada gas al calentamiento global. Para eso existe el GWP o potencial de calentamiento global, que es una medida de la contribución relativa de determinado gas respecto de la misma masa de CO2. Por ejemplo el metano tiene un GWP de 28-36 respecto del CO2, el N2O 265-298 (los valores están en rangos debido a discrepancias en las formas de calcularlos), los fluoroclorocarbonos tienen GWP de varios miles https://www.epa.gov/ghgemissions/understanding-global-warming-potentials.

El N2O (al igual que los fluoroclorocarbonos) además es destructor de la capa de ozono (Ryan y col. 2010). El estiércol es una fuente enorme de N2O, y las emisiones de este gas aumentan cuando se utiliza estiércol líquido respecto de sólido. Una elevada carga de animales se relaciona con una mayor proporción de estiércol líquido (Gregorich y col. 2005). Pero además en el feed-lot debemos sumar todas los demás impactos relacionados con la producción de granos (soja y maíz) como alimento: fertilizantes, eliminación de la vegetación (bosque o pastura) para plantar granos, degradación del suelo con la consiguiente pérdida de materia orgánica, pesticidas. Respecto del N2O los fertilizantes nitrogenados aumentan las emisiones de este gas proporcionalmente a la cantidad de fertilizante utilizado, y los monocultivos anuales, pero no los perennes (cultivos de  ciclos largos, como frurtales) son los que tienen mayores emisiones (Gregorich y col. 2005). Los monocultivos sin rotación incrementan las emisiones de N2O, respecto de una sucesión de los mismos (Drury y col. 2008). 

No debemos olvidar el impacto de la ganadería en las emisiones de metano. Sin embargo, hay discrepancias entre diferentes autores respecto de si el feedlot emite mayor o menor cantidad de metano que la ganadería de pasturas (Steed y Hashimoto, 1994; Lupo y col. 2013; Parker y col. 2017; Oliveira y col. 2018). Muchos estudios no tienen en cuenta todas las emisiones de carbono necesarias para producir y transportar el alimento a base de granos, así como los pasivos ambientales generados por la actividad. Por otro lado, hay emisiones entéricas de metano y emisiones a partir del estiércol, y estas dependen de la temperatura (Steed y Hashimoto, 1994). Estas variaciones debidas al clima hacen difícil comparar los diferentes métodos. Muchas veces tampoco tienen en cuenta el papel de las pasturas como secuestradores de carbono (Lupo y col. 2013). Oliveira y col. (2018) determinaron que la producción de metano es similar entre feed-lot y pastura. Un argumento de quienes defienden este sistema industrial es que como las vacas llevan menor tiempo de cría, la emisión de gases de efecto invernadero es menor (también se basan en una mayor conversión de alimento en crecimiento). Pero tampoco es del todo cierto, ya que los establecimientos de feed-lot concentran más animales en el mismo espacio, o utilizan el espacio que antes eran pasturas para cultivos generadores de gases de efecto invernadero. Y tampoco tienen en cuenta la emisión de N2O, que es el principal factor a tener en cuenta de las emisiones por estiércol, y que aumentan con las lluvias (Parker y col. 2017). A su vez, las emisiones de N2O también aumentan con el pH, la temperatura, la densidad y la masa de estiércol (Redding y col. 2015).

Por eso es muy difícil establecer comparaciones, sin embargo, dado que el feed lot tiene las desventajas de la agricultura+la ganadería, no podemos dejar de considerarlo al realizar los análisis respecto de la agricultura y de la ganadería de pastizal.

Tengamos en cuenta todos estos aspectos a la hora de evaluar las granjas porcinas que quieren instalar para abastecer al mercado chino, que van a incrementar los problemas  antes descritos. 

http://reduas.com.ar/macrogranjas-porcinas-y-su-amenaza-a-la-salud-y-al-ambiente/

Los argumentos son que “debemos alimentar al mundo”, que se generará trabajo, que son seguros para el medioambiente, etc. Ya vimos que con la soja ninguna de esas promesas se cumplió. ¿Por qué sería diferente ahora? 

https://www.perfil.com/noticias/ecologia/acuerdo-con-china-lanzan-una-campana-para-detener-la-instalacion-de-granjas-industriales-de-cerdos.phtml

Más allá de que la letra del acuerdo todavía no está, es indudable que las nuevas tierras para la instalación de las granjas industriales van a ser producto de la deforestación. 

Capítulo 9

Mito 6. Sobre las patentes.  

1) Los cultivos transgénicos permiten aumentar la producción de alimentos y así paliar el hambre de la población

2)  Los  transgénicos permiten aumentar ganancias y los beneficios de los productores.

3) El aumento de la eficiencia en la producción de alimentos permite hacer un mejor uso de los recursos, disminuyendo la presión sobre suelos y la necesidad de deforestación

4) La siembra directa con utilización de transgénicos sirve para usar menos pesticidas y evitar la erosión del suelo.

5) Los transgénicos son seguros para el medioambiente y la salud

6) Las empresas generadoras del evento transgénico tienen derecho a cobrar regalías por la obtención del evento transgénico.


Empecemos con la siguiente pregunta. ¿Los desarrolladores de un nuevo evento transgénico realmente inventaron ese nuevo cultivo? - Y para responderla, voy a mostrarles mi última obra de arte… Se las presento (Figura 44). 

Lector/a: Ehh… No es que dude, pero esa obra es la Gioconda, de Leonardo Da Vinci. 

Yo: No, es la Gioconda punto rojo. Le agregué un punto, así que yo la inventé (eso mismo diría cierto humorista gráfico conocido por robarle chistes a otros autores). 

Así de ridículo suena el argumento de que la incorporación de un gen de resistencia da derechos a una persona/compañía sobre un cultivo. Y vamos a verlo con la historia del maíz.  


Figura 44. La Gioconda de Leonardo Da Vinci. 


Al margen de la analogía, la realidad es que muchos de los cultivos que hoy en día comemos son muy diferentes a los cultivos encontrados en la naturaleza, y en especial el maíz. Las empresas biotecnológicas insertaron uno o varios eventos transgénicos en los últimos 30 años, pero a decir verdad las diferentes variedades de maíz que hoy en día podemos consumir llevaron varios miles de años de selección por parte de agricultores americanos antes de ser el maíz que conocemos hoy. Pero incluso genéticamente, tiene una amplia similitud con la especie silvestre teosinte, modificada por selección de caracteres hasta llegar al maíz actual. Entonces, ¿es correcto patentar algo que no inventaron? ¿Es correcto patentar un organismo vivo? ¿Es correcto patentar un cultivo y cobrar regalías por un gen que mediante polinización puede transferirse a cultivos no transgénicos?


Para responder a estas preguntas vamos a recorrer parte de la historia del maíz desde su antepasado más cercano, el teosinte (Zea mays subesp. parviglumis). Es una planta nativa de ciertas regiones de México. Al menos 5 genes principales son responsables de la conversión del teosinte en maíz (Zea mays subesp. mays). Ambas subespecies pueden cruzarse dando descendencia fértil (Dobley y col. 1995). Un hecho interesante es que el teosinte ancestral es endémico de regiones bajas, y que las variedades de maíz de las regiones altas también derivarían de este ancestro común que fue llevado a regiones altas para luego dar lugar a diferentes variedades de maíz (Sawers y Sánchez León, 2011). Durante la domesticación hubo un proceso de deriva génica, que llevó a una enorme pérdida de variabilidad genética en el teosinte, y mediante selección se logró obtener maíz que fue dispersado por buena parte de América hace entre 6700 y 4500 años. En su dispersión, el maíz recibió flujo génico de diversas especies locales de teosintes (diferentes del ancestral) (Wang y col. 2017). Sin embargo, existen evidencias sobre la utilización del maíz en las tierras bajas del valle del Río Balsas hace 8.700 años (el origen del maíz habría sido muy anterior, pero en este valle) (Hastorf, 2009; Piperno y col. 2009). Los maíces fueron perdiendo variabilidad genética, y en la región andina hubo uno o varios fenómenos de efecto fundador. Es decir que no hubo nuevas cruzas antiguas con variedades silvestres de Teosintes, sino que a medida que se iban transportando semillas, la población iba perdiendo variabilidad genética por ser una selección de una porción relativamente baja de ejemplares. Eso también generó una acumulación de caracteres deletéreos, que habrían retrasado el cultivo del maíz por los pueblos del sur hasta lograr un período de adaptación, (la aparición de nuevas variedades andinas habría sido posterior). (Wang y col. 2017). Los maíces de las tierras altas de México y Guatemala en cambio, habrían tenido el aporte de especies silvestres como Zea mexicana, y que habrían permitido revertir algunos genes deletéreos, y lograr así una mayor dispersión de estas variedades  (Sawers y Sánchez León, 2011; Wang y col. 2017). Se calcula que la divergencia entre el maíz y el teosinte, podría haber empezado antes de la domesticación, entre 10.000 y 75.000 generaciones antes del presente (Wang y col. 2017). En la figura 45 podemos observar una foto del fruto del teosinte.

Figura 45. Fruto del Teosinte. Fuente: https://tworowtimes.com/historical/teosinte-modern-corns-ancient-ancestor/

Para poder pasar de ese fruto duro, y muy difícil de comer, al maíz debieron producirse varios cambios en la planta: disminuir la ramificación, pérdida de la cubierta dura que recubre a las semillas, sincronización de los cultivos, etc. Chen y col. analizaron las diferencias genéticas entre el maíz y el teosinte, y llegaron a la conclusión de que “(...)la evolución morfológica durante la domesticación es por en buena parte atribuible a un enorme número de QTL de muy bajo efecto” (Chen y col. 2020). En otras palabras, la domesticación fue un trabajo arduo, acumulativo y que requirió de pequeñas variaciones acumuladas a lo largo del tiempo. Este proceso se dio durante miles de años, y requirió del trabajo colectivo de agricultores que habitaron tierras mexicanas, con movimientos, intercambios, y retrocruzas con variedades silvestres. ¿Es justo que una empresa se apropie de este saber colectivo por la introducción de un sólo gen (o unos pocos). L@s pueblos ya venían usando el maíz mucho antes de que las empresas biotecnológicas los hicieran expresar toxina BT o resistencias, por lo tanto apropiarse del maíz constituye un acto de biopiratería.


Biopiratería. Piratas sin pata de palo.

Se define como biopiratería a la apropiación de recursos genéticos y/o conocimientos tradicionales mediante el uso del sistema de propiedad intelectual clásico, básicamente mediante las patentes. Ello ocurre en desmedro de las comunidades que desarrollan un saber determinado, como producto de su relación con el medio ambiente y con la riqueza biológica que las rodea (Iglesias Darriba, 2019).

Claramente las patentes sobre las semillas constituyen un acto de biopiratería, que se apropian de conocimientos colectivos ancestrales. Desde hace años, se viene discutiendo el anteproyecto la “ley de semillas y creaciones fitogenéticas”, que ya en su primer artículo empieza definiendo los siguientes objetivos: 

Art. 1°: La presente ley tiene por objeto promover una eficiente actividad de producción y comercialización de semillas, asegurar a los productores agrarios la identidad y calidad de la simiente que adquieren y proteger la propiedad de las creaciones fitogenéticas y ordenar el sistema de cobro tanto del valor tecnológico por los innovaciones vegetales realizadas por los obtentores, como de los derechos de patentes provenientes de desarrollos biotecnológicos incorporados a las semillas.-

http://casem.com.ar/anteproyecto-de-ley-de-semillas/


El lobby del agronegocio viene presionando por la implementación de esta ley, y los gobiernos suelen ser muy propensos a escuchar a las corporaciones megaconcentradas y a abrazar sus intereses en desmedro de los pueblos (mineras, petroleras, agronegocio, mafia inmobiliaria, etc). Así, desde al menos el año 2012, todos los gobiernos intentaron impulsar variantes de la ley de semillas, y contaron con la resistencia de la población. Veremos si algo cambia con este gobierno, pero el proyecto de cerdos chinos y la presencia de Felipe Solá, no parece indicarlo. 

https://latinta.com.ar/2020/03/monsanto-conflicto-ley-semillas-perspectivas/


Las patentes deben ser sobre productos innovadores, pero en buena medida, se utilizan para apropiarse de conocimientos ancestrales. Iglesias Darriba en un artículo analiza el caso de biopiratería sobre la stevia (Stevia rebaudiana bertoni), planta utilizada por pueblos originarios del Gran Chaco, y que varias empresas internacionales en China, EEUU y Japón patentaron. Menciona además sobre las patentes que si bien fueron esenciales para promover la innovación de países desarrollados según las concepciones de la revolución industrial, su aplicación actual tiene un costo social, cultural y humano excesivo para países en desarrollo, y agrega: “A todo ello debe sumarse la limitación que generan para la difusión de los nuevos conocimientos, y la creación de grandes monopolios, todo lo cual -en definitiva- obstaculiza actualmente la innovación que en algún momento fomentaron” (Iglesias Darriba, 2019). El patentamiento de conocimientos tradicionales o de bienes culturales como este, constituye un acto de biopiratería. 

Volviendo al tema semillas, el uso exclusivo atenta contra el intercambio que históricamente los agricultores hicieron de las semillas, y contra la soberanía alimentaria. 

Pero además el patentamiento sobre un organismo vivo, va en contra de toda lógica. La ley de patentes 24.481 dice en su artículo 7:

ARTICULO 7º – No son patentables:

a) Las invenciones cuya explotación en el territorio de la República Argentina deba impedirse para proteger el orden público o la moralidad, la salud o la vida de las personas o de los animales o para preservar los vegetales o evitar daños graves al medio ambiente;

b) La totalidad del material biológico y genético existente en la naturaleza o su réplica, en los procesos biológicos implícitos en la reproducción animal, vegetal y humana, incluidos los procesos genéticos relativos al material capaz de conducir su propia duplicación en condiciones normales y libres, tal como ocurre en la naturaleza;

c) Las plantas y los animales, excepto los microorganismos y los procedimientos esencialmente biológicos para su producción, sin perjuicio de la protección especial conferida por la Ley 20.247 y la que eventualmente resulte de conformidad con las convenciones internacionales de las que el país sea parte.

Hoy las leyes impiden el patentamiento de organismos vivos, pero una ley no deja de ser algo temporal. El problema está en el hecho en sí de apropiarse de la naturaleza, que es causante de muchos de los problemas ambientales que hoy tenemos.  

Al margen, supongamos que por un momento aceptáramos el patentamiento de organismos vivos (prohibido en agosto de 2020), hay un pequeño detalle que debe tenerse en cuenta, y es que en un cultivo dado, existe polinización cruzada entre las semillas transgénicas y los cultivos no transgénicos. ¿Cómo se demuestra que un productor está utilizando semillas genéticamente modificadas por voluntad propia y no por contaminaciones sucesivas de agricultores cercanos que fueron guardando sus semillas?

Científic@s uruguay@s encontraron porcentajes de entrecruzamiento cercanos al 1% entre cultivos de maíz BT y cultivos no modificados a menos de 100 metros de distancia (Galeano y col. 2010). Otros investigadores tuvieron resultados similares y en algunos casos del 2,2% (Bohn, 2003; Richter y Seppelt, 2004). Puede parecer poco un 0,83%, sin embargo al tratarse de características ventajosas, es probable que con el tiempo se seleccionen esas características, por ejemplo los cultivos BT van a ser comidos en menor medida y finalmente es muy probable que al guardar las semillas de cada cosecha, ese gen termine haciéndose más frecuente con el tiempo. El cruzamiento depende de la distancia, y a un metro de distancia la transferencia de polen puede llegar a 46% (Thomison, 2009).

Existen casos de productores en Norteamérica que sin usar OGM fueron intimados a pagar regalías (y llevados a juicio) porque las semillas que guardaron a partir de sus cosechas habían sido producto de la polinización cruzada con cultivos OGM de sus vecin@s (Robin, 2008). Además, la contaminación por polen es una preocupación en productores orgánicos que exportan a países donde los OGM no están permitidos para este tipo de cultivos (Bullock y Desquilbert, 2002; Haslberger, 2001).

En general se considera a la soja autógama, es decir que se autopoliniza. Sin embargo existe polinización cruzada y la presencia de abejas mejora la producción de semillas (Chiari y col. 2005). Científic@s estadounidenses determinaron en un estudio que la polinización cruzada natural de la soja está entre el 0,65 y el 6,32% con un promedio de 1,8% por lo que las posibilidades de deriva de polen entre soja OGM y soja no OGM deberían ser tenidas en cuenta (Ray y col. 2003). 

Existe la posibilidad de que haya transferencia entre cultivos OGM y especies silvestre si se cultivan en su área de distribución natural. Por ejemplo en México puede haber transferencia entre maíz transgénico y distintas especies de teosinte, que al tener un gen que le da ventajas puede generar alteraciones a nivel ecológico y erosión génica. Aunque a l@s defensores del agronegocio les preocupa más que aparezca un teosinte resistente (Bohn y col. 2003). Supongamos un productor agroecológico que quisiera biodiversidad en sus campos, y que guardara sus semillas, la contaminación con BT de campos cercanos, tendría un impacto sobre el agroecosistema. 


Las semillas, la concentración y la erosión genética. 

Actualmente la fusión de Monsanto-Bayer, es la multinacional agrícola más grande del mundo con un tercio del mercado mundial de semillas, y un cuarto del de pesticidas. Lo siguen la fusión entre Dupont y Dow, y la fusión entre Syngenta-ChemCo (China), en cuarto lugar está la alemana BASF. Entre las primeras tres de estas cuatro empresas controlan más del 60% del mercado mundial de semillas y agroquímicos a nivel mundial (Moldenhauer y col. en Atlas del Agronegocio 2018). En Argentina existen además empresas que si bien no son generadoras de eventos transgénicos, hacen lo que se llama “mejoramiento genético” a partir de semillas transgénicas de otros generadores como Bioceres y Don Mario. Este último tiene el 32% del mercado de semillas de soja en América del Sur y cerca del 50% del mercado en Argentina. https://www.infotechnology.com/negocios/Informe-especial-la-pelea-de-los-semilleros-argentinos-para-competir-con-Monsanto-20180326-0003.html


“Se denomina erosión genética al proceso de pérdida de recursos genéticos que puede involucrar la pérdida de variabilidad genética que existe entre los individuos que componen una o varias poblaciones de una especie, subespecies, razas o variedades. También incluye la disminución o desaparición de especies que componen las comunidades bióticas y los ecosistemas, en donde los ensambles e interacciones y adaptaciones suelen ser singulares” (Casas y col. 2016).

Los monocultivos, la concentración de las semillas en pocos distribuidores (y por ende pocas variedades), la enorme extensión el uso de semillas “mejoradas”, y la posibilidad de patentar semillas si se aprueba la nueva ley de semillas, conducen al proceso de erosión genética de la diversidad agrícola. 

De esta  se van perdiendo variedades consumidas localmente, e intercambiadas por campesinos y pequeños agricultores. Si bien no es exclusivo de los OGM, la utilización de métodos de cultivo estandarizados, paquetes tecnológicos y demás, elimina las ventajas adaptativas de ciertas variedades locales de semillas alimentarias, y eso lleva a la erosión genética con pérdida de variedades de semillas (Casas y col. 2016). Las mismas pasan a estar en bancos de germoplasmas, donde se conservan diferentes variantes, pero se pierden de los campos y de la cultura. L@s campesin@s muchas veces donan semillas a estos bancos de germoplasma, pero cuando solicitan nuevas variedades en reiteradas ocasiones les son negadas (Ordenes y Sepulveda en Atlas del Agronegocio, 2018). A modo de ejemplo en Perú se reconocen al menos 3.000 variedades de papa (Casas y col. 2016).

La utilización de OGM y sus fertilizantes, pesticidas, etc también elimina variedades locales de plantas autóctonas silvestres, así que también produce erosión genética, y disminución de la variabilidad genética de especies silvestre (no sólo de cultivos de alimentos).

Con animales de cría también hay un proceso de pérdida de variedades similar al descrito más arriba.  

Investigadores de la facultad de Agronomía de la UBA elaboraron un proyecto para rescatar más de 150 variedades de tomate que se fueron perdiendo por “criterios de mercado” y la selección de unas pocas variedades. Varias de las semillas recuperadas de bancos de germoplasma fueron entregadas a quien las solicitaba y participaba del programa “al rescate del tomate criollo”. 

https://www.agro.uba.ar/noticias/actualidad-news/se-realizara-la-primera-entrega-de-semillas-de-tomates-criollos-antiguos


Dado que no inventaron nada, su alto grado de cartelización, que se apropiaron de conocimientos tradicionales en un acto de biopiratería, que no es ético patentar organismos vivos (además de ilegal), y que no es posible controlar que la “invención” no se transfiera a otros cultivos, y que contribuye al proceso de erosión genética, no se debería aplicar el derecho al cobro de regalías. Además el hecho de que una patente retrase la adquisición de nuevos conocimientos, o la disponibilidad de tecnologías actuales en diversos sectores de la población lo hace más grave aún. 


1) Los cultivos transgénicos permiten aumentar la producción de alimentos y así paliar el hambre de la población

2)  Los  transgénicos permiten aumentar ganancias y los beneficios de los productores.

3) El aumento de la eficiencia en la producción de alimentos permite hacer un mejor uso de los recursos, disminuyendo la presión sobre suelos y la necesidad de deforestación

4) La siembra directa con utilización de transgénicos sirve para usar menos pesticidas y evitar la erosión del suelo.

5) Los transgénicos son seguros para el medioambiente y la salud

6) Las empresas generadoras del evento transgénico tienen derecho a cobrar regalías por la obtención del evento transgénico.


Capítulo 10

El futuro llegó, ¿bienvenid@s a una distopía? 


Ahora las nuevas tecnologías permiten modificar genéticamente los cultivos con mucho menos esfuerzo mediante el sistema CRISPR/CAS9. Con esta técnica se aprovecha un sistema que tienen las bacterias para defenderse de virus, que permite reconocer ciertas secuencias virales y eliminarlas. CRISPR es la abreviación de Clustered regularly interspaced short palindromic repeats (repeticiones cortas palindrómicas regularmente agrupadas e interespaciadas). Son secuencias repetitivas separadas por espaciadores, de secuencias variables. Estas variables serían una especie de “biblioteca” de secuencias habitualmente presentes en bacteriófagos y plásmidos  que le confieren a la bacteria cierta inmunidad contra patógenos. Este arreglo se transcribe para formar un precursor (Pre-crARN), que contiene el producto del gen formado por CRISPR y las diferentes secuencias espaciadoras. 

El producto resultante Pre-crARN forma un complejo con varias copias de otro ARN (tracrRNA) y varias copias de la enzima CAS9  (CRISPR asociated). Así se forman varios complejos que permiten reconocer específicamente determinadas secuencias de ADN (cada uno tiene especificidad por una secuencia diferente), a las que el complejo se une, y que en caso de tener una secuencia muy corta denominada PAM son cortadas por la actividad nucleasa del complejo (Figura 46) (Mojica y Montoliu, 2016)


Figura 46 a). Formación del complejo maduro de reconocimiento de secuencias que le confiere a las bacterias inmunidad frente a bacteriófagos y plásmidos. Tomada de Mojica y Montoliu, 2016

La fusión entre un fragmento cr-RNA y un tc-RNA permite generar un fragmento llamado sgRNA (ARN guía), que presenta especificidad por una determinada secuencia blanco. Si se logra insertar un ARN guía y la proteína CAS9 (Figura 46b)se puede cortar una secuencia determinada de ADN, y esto da la chance de generar una disrupción génica (se elimina la funcionalidad de un gen), o edición génica (se generan variantes de un determinado gen) (Figura 46c).


Figura 46. b) Formas de introducir el sistema CRISPR/CAS9 en células, ya sea a través de plásmidos que generen CAS9 y el ARN guía, mediante vectores virales “vaciados” portadores del ARN guía y el ARN de CAScas9), o mediante electroporación de ribonucleoproteínas (complejos ARN guía+.  c) Reconocimiento de secuencia de ADN, formación del complejo ADN/ribonucleoproteína y corte de doble cadena (DSB: Double stranded break). El corte puede ser reparado sin una secuencia de la cual copiar y generar la disrupción génica, o aportándole un molde, recombinar la cadena de ADN original y editarla. Tomada de Mojica y Montoliu, 2016


La técnica de CRISPR/CAS9 permite una edición mucho más sencilla de genes, que la transgénesis, por lo que es esperable que el número de cultivos editados aumente a lo largo del tiempo. Sin embargo deben tenerse las mismas consideraciones que para los transgénicos. Las empresas biotecnológicas pretenden que al ser una técnica más controlada, considerarlos como un tipo de cultivos diferentes de otros OGM para saltearse procesos de evaluación y regulaciones, pero no debería ser tan simple su aprobación. Porque otra vez, volvemos a la pregunta que generó esta publicación, ¿OGM para qué? el problema no está en la forma de obtenerlos, sino todo lo que envuelve a este tipo de cultivos (tranquil@s que no vamos a volver al principio para entrar en una vuelta infinita). 

   

Todos estos aspectos deberían ser tenidos en cuenta a la hora de evaluar la aprobación o no de un nuevo cultivo genéticamente modificado. No es lo mismo que un experimento de laboratorio donde las condiciones son controladas, y no va a haber filtraciones hacia el exterior. Una cosa es insertar un gen en un microorganismo para la producción de un antígeno para vacunas. En el caso de las vacunas, es claro que la ingeniería genética puede generar enormes beneficios en la salud de la población (la vacuna contra la hepatitis B es un excelente ejemplo de vacuna recombinante que trajo beneficios), pero esos microorganismos (a diferencia de los cultivos OGM) no salen de las áreas de producción hacia el medioambiente (sí el antígeno vacunal, pero no el organismo productor). 

En el caso de los cultivos modificados genéticamente, los experimentos se convierten en un laboratorio a cielo abierto con consecuencias para la población y el medioambiente. Por tal motivo creo que deberían re-discutirse las licencias aprobadas y que la población evalúe si queremos OGM o no, con etiquetados y con una discusión que involucre a tod@s. Pero ir más allá de sólo discutir transgénicos, dándole mayor peso a la agroecología y discutiendo el extractivismo en general.


Si es por una cuestión de lo que se puede hacer, la tecnología avanza a gran velocidad, pero existe un problema que excede a la ciencia, y que depende la sociedad en la que se inserta la misma. La lógica del “Imperativo tecnológico” (todo lo que sea posible de realizar debe realizarse) relega a la bioética a un rol tardío que llega después de que la tecnología ya ha sido desarrollada. Por eso es necesario que la ciencia vaya a la par de la bioética, generando una ciencia compatible con los principios morales de la humanidad, pero una ética adecuada al nivel de conocimientos de la sociedad (Pallitto y Folguera, 2020). 

Si analizamos a la ciencia y a la tecnología como algo independiente de lo político y social podemos caer en el error de asignarle un papel mayor del que tiene en determinados procesos, ya sea de forma positiva (como el que se le asignan a varios de los mitos que refutamos en esta publicación), o de forma negativa (“la ciencia sólo puede traer consecuencias negativas”). Yendo en el último sentido, los incendios que actualmente están produciendo manos criminales, si bien son para expandir la frontera agropecuaria y los barrios cerrados, no hubo en estos días algún factor tecnológico que los desencadenara, sino que las causas hay que buscarlas en una forma de ver a la naturaleza como un objeto, y a los espacios silvestres como “terrenos ociosos” que “no están produciendo ganancias”. En este sentido, es preocupante que l@s legisladores continúen cajoneando la ley de protección de humedales, pero en cambio, que haya surgido del gobierno un proyecto para elaborar “desarrollos productivos e inmobiliarios” en “tierras ociosas”. Porque sabemos a qué espacios suelen llamarlos de esta manera: humedales, pastizales, áreas silvestres, bosques, etc. 

https://www.infobae.com/politica/2020/08/18/plan-post-pandemia-el-gobierno-dispondra-de-tierras-o-edificios-del-estado-que-no-esten-siendo-utilizados-para-proyectos-productivos/ 


Somos quienes formamos parte de la sociedad l@s que debemos definir hacia dónde avanza, y en este sentido las asambleas y movimientos sociales han frenado proyectos de destrucción extractivista como el basurero nuclear en gastre, la megaminería en Esquel, el destructivo barrio Colony Park en el Delta del Paraná, fumigaciones con agrotóxicos, etc. 

Los problemas que legitiman a los OGM y al agronegocio, se basan en apreciaciones erróneas de las causas que les dan origen, pero que se repiten muy a menudo, ¿o cuántas veces escuchamos en diversos sectores de la sociedad la frase “hay que alimentar al mundo”, “no se puede ir contra el progreso”, “necesitamos divisas”, “genera trabajo”, y otras formas de justificar hechos que claramente están mal? Casualmente se repiten con el proyecto de los cerdos chinos.  

Y en muchos casos, el conocimiento científico ha permitido determinar las consecuencias de acciones que venían realizándose desde mucho tiempo antes (incluso de antes de que existiera siquiera el método científico, como en el caso de la deforestación)

¿O acaso l@s científic@s que vienen alertando sobre el calentamiento global son responsables de la generación del problema?

La ciencia y la tecnología van a seguir generando soluciones y problemas. Lamentablemente la progresiva especialización del conocimiento científico puso trabas al intercambio entre el conocimiento especializado, y la sabiduría popular, que alejó a buena parte de la sociedad del conocimiento científico (Folguera y col. 2014). Intercambio que debe volver a generarse, eliminando prejuicios, y volver a la esencia, a mejorar las preguntas que nos hacemos, que son el principio del conocimiento, agudizando nuestro sentido crítico. Para eso debemos ser más rigurosos en analizar la información (ni conspiranoia, ni soluciones ridículas e hiper tecnificadas que no solucionan los problemas).

Hace unas semanas asistí virtualmente a una charla sobre geoingeniería (Resnik y Vallero, 2011; Corry, 2017). En esta charla la investigadora hablaba de las bondades de esta disciplina, que consiste en algo tan demencial como esparcir partículas de sustancias (por ejemplo SO2) que reflejen la luz del sol para mitigar el cambio climático, y las estrategias posibles para esparcirlas en todo el mundo a partir de aviones, y otros métodos (lamentablemente no es una broma). Cuando se abrió la ronda de preguntas, la mía consistió en si no era mucho más lógico eliminar la enorme deforestación de bosques nativos, práctica que era la principal emisora de gases de efecto invernadero. Pero su respuesta fue que no era posible. Es decir que consideraba mucho más sencillo armar una estrategia mundial para esparcir partículas tóxicas a escala planetaria que preservar los bosques, turberas y otros ecosistemas que actualmente están atrapando el carbono en nuestro planeta. Curioso, ahí empecé a utilizar el término terraplanismo científico para este tipo de soluciones ridículas e hipertecnificadas. Justo al momento en que estoy escribiendo este párrafo, 22 de agosto de 2020, entramos en el día de sobrecapacidad de la tierra, es decir el momento en el que agotamos todos los recursos que el planeta produce en un año, así que más que geoingeniería, necesitamos un cambio real en la forma de producción y consumo. Voy a dejar el enlace de una ONG que me cae muy mal (porque avala a la megaminería, entre otras cosas): https://wwfar.awsassets.panda.org/downloads/posicion_fvsa_mineria_final.pdf, explicando el concepto

https://www.wwf.es/nuestro_trabajo/informe_planeta_vivo_ipv/huella_ecologica/dia_de_la_sobrecapacidad_de_la_tierra/

Pero no porque me caiga mal voy a negar todo lo que provenga de ell@s (como algunos estudios sobre humedales). 


Un ejemplo más cercano y que vemos día a día de este tipo de “soluciones” es cuando los municipios y/o gobiernos provinciales ceden ante prejuicios de la gente, que por desconocimiento piden eliminar la vegetación de arroyos, o directamente entubarlos, porque creen que van a traerles enfermedades, o que de esa manera van a controlar inundaciones… Inundaciones, generadas muchas veces por pasos previos de entubamientos, o por haber construido en el lugar equivocado. En este caso se trata de una asociación ilícita, entre desprecio por la naturaleza, ignorancia, conveniencia política, y soluciones científico-tecnológicas-ingenieriles para problemas que no los necesitan. ¿Esto es el progreso? No, progreso es vivir mejor, y la presencia de espacios naturales es vital para una mejor calidad de vida. Habernos planteado la pregunta previamente al entubamiento, nos habría ahorrado la destrucción de muchos estos espacios. Esa pregunta nos hicimos cuando hace casi cuatro años, un grupo de vecin@s desde la Asamblea Unidos por el Río, evitamos la destrucción del Arroyo Raggio en Vicente López (Figura 47).


Figura 47. Arroyo Raggio septiembre de 2016, durante la actividad por el Río por la Vida, recibiendo a l@s kayakistas que habían partido de Tigre.  


Es importante que la sociedad en general y la comunidad científica trabajemos codo a codo (que oportuna la frase durante esta pandemia de COVID19) para resolver diversos problemas de la sociedad, y utilizando los conocimientos disponibles tanto científicos como los saberes tradicionales. Sin grietas, y ejerciendo un control sobre los aspectos que consideramos negativos. Pensándolo bien, el modelo agrícola basado en paquetes tecnológicos de OGM, pesticidas y fertilizantes es una solución costosa e ineficaz a problemas que exceden a la ciencia.


Palabras Finales


Creo que este material va a servir a la lucha ambiental para refutar los mitos más comunes sostenidos por l@s defensores del agronegocio. El modelo extractivista de agricultura industrial no sigue una lógica altruista de alimentar a un mundo cada vez más poblado, es concentrador de la tierra y de la riqueza, se deforesta cada vez más, se usan cada día mayor cantidad y variedad de pesticidas, tiene efectos gravísimos sobre la salud humana y sobre los ecosistemas, es poco sustentable y contribuye a la erosión y a la desertificación de los suelos. Y por último, la biopiratería, y su herramienta, las patentes son una forma de apropiarse de conocimientos ancestrales y colectivos de los pueblos. La agroecología y el respeto por las culturas de pueblos originarios son la alternativa a este modelo, que no deja nada bueno. Recuerden que este artículo fue realizado a partir de bibliografía científica, con lo cual en un mismo paso, también refuté la postura anti-ciencia tan de moda en estos días. Si hay algún mito, o algún tema importante que me quedó afuera, l@s invito a debatir sobre el tema y a hacerme llegar sus comentarios. En 1996 no nos consultaron si queríamos el modelo sojero, ahora podemos decir con muchísimos argumentos que fue una pésima idea, y que debemos luchar para revertirlo. Debemos cambiar el rumbo, y no comernos espejitos de colores ni el verso de que los chanchos chinos nos van a salvar. Queda un largo camino por recorrer en la defensa del medioambiente, y como dicen mis amig@s, ¡¡hasta la victoria siembren!!



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